Crítica: El Cerebro del Planeta Arous (1957)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1957: John Agar (Dr Steve Marsh), Joyce Meadows (Sally Fallon), Dale Tate (Voz de Gor / Profesor Tate), Werner Erhard (Voz de Vol), Thomas B. Henry (Profesor Fallon), E. Leslie Thomas (General Brown), Robert Fuller (Dan Murphy)

Director: Nathan Juran, Guión: Ray Buffum

Trama: El Dr. Steve Marsh y su ayudante Dan Murphy detectan extrañas radiaciones que provienen de la montaña Misterio en el desierto norteamericano. Ambos salen a investigar su origen, pero al llegar son sorprendidos por una entidad alienígena que mata a Dan y se apodera de Steve. El ente, que dice llamarse Gor y que proviene del planeta Arous, desea utilizar el cuerpo de Steve para infiltrarse en una prueba atómica que será llevada a cabo dentro de tres días, y así demostrar su enorme poder a los altos mandos gubernamentales para someterlos a sus exigencias. Sally Fallon es la novia de Steve y comienza a notar la extraña conducta de éste, razón por la cual llama a su padre. Sospechando de que algo terrible ha sucedido cuando Steve fue a la montaña, padre e hija regresan a la cueva y esta vez son interceptados por un nuevo alien, que dice llamarse Vol y que ha venido a la Tierra a capturar a Gor. Y ahora deberán proceder con rapidez y cautela, antes que Gor desate un holocausto y mate a Steve en el camino.

El Cerebro del Planeta Arous El Cerebro del Planeta Arous viene del habitualmente competente Nathan Juran. Juran es un típico director serie B cuya mejores bazas han sido las colaboraciones con Ray Harryhausen (Sinbad y la Princesa, 20 Million Miles to Earth) además de tener otros títulos memorables (aunque no necesariamente buenos en el sentido de la palabra) como El Ataque de la Mujer Gigante y The Deadly Mantis.

Pero The Brain From Planet Arous pertenece a la etapa más barata de Juran (aquí firmando como Nathan Hertz). Es un cheapie típico de cine Z, con tres decorados y toneladas de stock footage. Está el héroe de la serie B John Agar en el protagónico, y los FX consisten en un par de cerebritos superpuestos en la pantalla, cuando no un globo con ojos flotando de un hilito. Qué más se puede decir…

La premisa suena interesante en el papel; superpoderoso ente alienígena viene a la Tierra y se posesiona de un científico con tal de dominar el mundo. Hay otro ente – un policía espacial, digamos – que viene a capturarlo, y que es ayudado por la novia de John Agar y su padre. En sí los díalogos ni las performances son tan malos – aunque es bastante gracioso ver a John Agar malo vs John Agar bueno -, y no llega a un nivel lamentable como para que resulte cómico. El mayor problema es que el libreto no sabe cómo hilar las situaciones para que terminen por resultar coherentes. Todo va bien, y de pronto el cadáver escondido del ayudante de Steve (Robert Fuller, siglos antes de la serie de TV Emergencia!) sale a la luz. El comité militar asume que han sido invadidos de un momento a otro y piensan que van a sabotear el test atómico (¿de dónde sacaron semejante idea?). El alien bueno va a ayudar a la novia de Agar para que éste se deshaga del villano, pero a último momento se borra y deja a todo el mundo pagando. Tampoco el guión se calienta demasiado por el destino de Steve – una vez vuelto a la normalidad, lo más probable es que nadie le crea que ahora es un humano común y silvestre, y terminen por encerrarlo bajo 7 llaves -. La lógica de las situaciones no es el fuerte del libreto.

Pero lo más interesante es leer a El Cerebro del Planeta Arous como antecedente del clásico I Married a Monster from Outer Space (1958) – y que a su vez, funciona como alegoría acerca de una posible infiltración comunista en USA -. No es difícil ver al personaje de John Agar como un espía soviético que se va a infiltrar en las pruebas atómicas para sabotearlas. Incluso los cambios en la convivencia de Steve y Sally dan que pensar – él, que no está habituado a estos “placeres de la carne”; ella, que ve cómo su novio no es el mismo (a la usanza del clásico La Invasión de los Usurpadores de Cuerpos) -, con lo cual uno llega a la conclusión de que la persona con quien convive es en realidad un extraño con oscuras intenciones. Es esa noción paranoica propia de los americanos de la década del 50, que llamaban “reds under the bed” (comunistas bajo la cama). Tu vecino, tu amigo, tu novio puede ser un agente comunista infiltrado esperando agazapado para atentar y destruir tu patria. Lamentablemente el guión aquí es muy torpe y no juega demasiado bien con la idea (bah, ni con ésta ni con ninguna), por lo cual El Cerebro del Planeta Arous termina resultando más o menos buena y relativamente digerible, pero definitivamente no está bien escrita.