Crítica: Casa de mi Padre (2012)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2012: Will Ferrell (Armando), Diego Luna (Raul), Pedro Armendáriz Jr. (Miguel Ernesto), Genesis Rodriguez (Sonia), Gael García Bernal (Onza)

Director: Matt Piedmont, Guión: Andrew Steele

Trama: Armando Alvarez es el hijo de un poderoso estanciero mexicano, cuyo rancho es una zona de tránsito para los narcotraficantes que embarcan droga hacia los Estados Unidos. Pero Armando es considerado un cobarde y la vergüenza de la familia, y las cosas se ponen peor cuando Raúl – el hijo favorito – regresa a la casa paterna para notificar su inminente casamiento con la bella Sonia. Sintiéndose denigrado por su padre y por su hermano, Armando se refugia en sus amigos hasta que la corrupta policía local le informa de que Raúl es en realidad un narcotraficante que ha regresado para adueñarse del terreno del poderoso Onza, líder del cartel local. Ahora Armando se ve obligado a trabajar como informante para la DEA y notificarles de las actividades de su hermano… sin tener idea de que Onza ha preparado una masiva emboscada, la cual se llevará a cabo durante la ceremonia de casamiento de Raúl; y, a menos que Armando pueda hacer algo para impedirlo, la boda se convertirá en un masivo baño de sangre, con impensables consecuencias para todos los involucrados.

Casa de mi Padre No soy una gran fan de Will Ferrell, pero me resulta mucho más tolerable que otros egresados de Saturday Night Livepor ejemplo, Mike Myers -. Lo que no puedo dejar de reconocer es que es un tipo al que le gusta tomar riesgos artísticos: ha encarado dramas profundos, comedias experimentales y melodramas existenciales como los de Woody Allen, y ha salido airoso de todos esos desafíos. Quizás Casa de mi Padre sea la apuesta mas alta de toda la carrera de Ferrell: imaginen intentar vender una comedia hablada íntegramente en español a los fóbicos norteamericanos, los cuales odian tener que leer subtítulos. Si bien es cierto que Casa de mi Padre no es un filme redondo, destila simpatía y creatividad, y al final termina siendo impensadamente emocionante.

Si hay un motivo por el cual incluimos al filme en esta columna, es porque Casa de mi Padre bien podría ser el primo bobo de Grindhouse. La película está rodada como un barato culebrón mexicano de los años 70, con colores brillantes (Mexico-scope, reza el cartel), decorados de cartón, sobreactuaciones salvajes, ridículos efectos especiales, y diálogos prepotentes. Hay algunos rayones, hay algunos fotogramas perdidos y hay otros falsos efectos de antigüedad que la emparentan con el estilo que Robert Rodriguez y Quentin Tarantino habían aplicado en Grindhouse. En cuanto a la historia se trata de una rutina repetida, aunque no por ello menos eficaz: hacendado con hijo cobarde e hijo preferido, en donde el favorito es un criminal que termina por generar una tragedia, la cual sirve para que el cobarde supere sus miedos y se transforme en el héroe que venga a su familia.

En sí, la mecánica de Casa de mi Padre es simple: tomar un género cursi y ridículamente estoico, y reproducirlo al pie de la letra. Uno se rie de las convenciones del género, de sus recursos y de sus limitaciones. Por contra, cuando los libretistas intentan hacerse los graciosos – exagerando o subrayando cosas -, los gags carecen de comicidad. Por ejemplo, me reí mucho más con los gags subliminales (que tienen que ver con los decorados ultrafalsos, las malas proyecciones traseras o las maquetas de pésima calidad) que con los diálogos de Will Ferrell, o las sobreactuaciones de Gael García Bernal y Diego Luna. Cuando el humor complementa, brilla por sí mismo; cuando intenta lucirse, sólo termina oscureciendo.

Ciertamente Casa de mi Padre es dispar. Como comedia es simpática; sin embargo, es mucho más eficiente como culebrón de telenovela. Toda la odisea del personaje de Will Ferrell termina resultando emocionante – a pesar de todos los disparates previos -, y el climax está rodado de manera vibrante. Es un finale que haría las delicias de Robert Rodriguez (o de Sergio Leone, si hubiera rodado un pastiche así).

No hay que dejar de reconocer los méritos que tiene el filme. Para Will Ferrell es un auténtico tour de force actoral, del cual sale victorioso (si bien es cierto que algunas veces su español es una chapurrería de aquellas). Los que no salen tan bien parados son Gael García Bernal y Diego Luna, quizás porque no tienen la presencia física que requerían sus personajes, y también porque el libreto no les da líneas como para lucirse. Pero por lo demás es una idea simpática, bien armada, y bastante movida, la cual no genera una gran comedia pero sí un lindo espectáculo.