Crítica: La Carrera de la Muerte (Death Race) (2008)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / GB / Alemania, 2008: Jason Statham (Jensen Ames), Joan Allen (alcalde Hennessey), Ian McShane (preparador), Tyrese Gibson (Machine Gun Joe Mason), Natalie Martinez (Elizabeth Case), Jacob Vargas (Gunner)

Director: Paul W.S. Anderson, Guión: Paul W.S. Anderson basado en el film Death Race 2000 escrita por Charles B. Griffith & Robert Thom

Trama: El ex-piloto profesional Jensen Ames es acusado injustamente por el crimen de su esposa, y es enviado a la prisión de Terminal Island. Allí la alcalde Hennessey le propone firmar su libertad si decide participar en la sangrienta Carrera de la Muerte – una competición de autos artillados donde el preso ganador de 5 carreras obtiene la condonación de su pena -. La idea es que Ames tome la identidad de Frankenstein, un mítico corredor y líder del evento que recientemente ha fallecido y su muerte se ha mantenido en secreto. Pero Ames comienza a descubrir que existe una conspiración contra él, vinculada a la muerte de su esposa y a su participación en la carrera. Muy pronto el piloto se verá envuelto en una venganza personal al mismo tiempo que pelea por sobrevivir en la Carrera de la Muerte.

La Carrera de la Muerte (2008) Death Race 2000 es un pequeño clásico de culto producido por Roger Corman en 1975. Esta es una remake del 2008, financiada por una extraña amalgama de productores – están los capitales ingleses y alemanes que siempre respaldan a Paul W.S. Anderson; pero también se anotan Roger Corman y la socia habitual de Tom Cruise, Paula Wagner -. En el sillón del director está Anderson, el mismo de Resident Evil, Mortal Kombat y Alien vs Depredador.

Sinceramente La Carrera de la Muerte tiene poco y nada de remake del film dirigido por Paul Bartel en los 70. Aquella era una comedia negra que se basaba en una carrera de gladiadores motorizados que asesinaban transeuntes a cambio de puntos; acá es simplemente un vehículo de acción para Jason Statham, con un tono mucho más violento y dramático. Hay tantos cambios en la historia que uno piensa para qué era necesario adquirir los derechos a Roger Corman; el film de Paul W.S. Anderson es una mezcla de Mad Max 2, Rollerball y The Running Man que, con la excepción de un par de detalles – la carrera televisada; la presencia del corredor enmascarado Frankenstein (cameo de voz de David Carradine, el original de Death Race 2000) -, prácticamente no hay puntos en común.

El comienzo de La Carrera de la Muerte no es muy auspicioso. Es una catarata de clichés gastados – tipo honesto acusado injustamente de matar a su esposa; alcalde y guardiacárceles sádicos; reos que desean liquidar al recién llegado a cada momento -, donde ni siquiera Joan Allen logra emitir demasiado veneno en su papel de villana. Donde la película se dispara es al momento de salir los bólidos a la pista, en donde Paul W.S. Anderson lanza su arsenal de efectos especiales. La edición es la habitual del género de los últimos años, con una sucesión de cortes rápidos que terminan por marear – en video se podrá ver bien, pero en la pantalla grande es un dolor de cabeza para el espectador -, pero la acción puede seguirse. Anderson lanza una serie de gadgets propios de un video juego – celdas que activan armas y escudos a los participantes a su paso; trampas ocultas; participantes inesperados y descomunales que bien podrían ser los “boss” de final de nivel -, pero terminan por resultar muy entretenidos. El problema inherente de la estructura adoptada – la eliminación masiva de participantes – produce que la primera carrera sea descomunal, pero falten recursos para las dos siguientes (p.ej., la ultima competición sólo tiene lugar entre dos autos, ya que el resto ve crecer las plantas desde abajo); pero Anderson se las ingenia para seguir incluyendo elementos externos que eleven la adrenalina. En las secuencias de acción es donde La Carrera de la Muerte consigue sus mejores bazas.

El tema es que si el principio de la historia era rutinario, el final – en su aspecto dramático – es un desastre. Anderson sigue mostrando que es un buen director pero un guionista mediocre y las pruebas están a la vista. En cualquier film de venganza, los asesinos terminan bajo las manos del protagonista; aquí en cambio, el libreto hace algunas truculencias como para atar todos los cabos pero no resultan muy satisfactorias que digamos. Ciertamente le da cierre a todas las historias, pero un final más tradicional hubiera resulta mucho mejor. Y si bien La Carrera de la Muerte no tiene un guión brillante, al menos el 75% de su relleno – el furor de la carrera – posee suficiente adrenalina como para hacernos olvidar de sus errores.

CARRERA DE LA MUERTE

Carrera de la Muerte año 2000 (1975) es un film producido por Roger Corman y dirigido por Paul Bartel. La Carrera de la Muerte (2008) es una reimaginación del mismo concepto, dirigido por Paul W.S. Anderson.