Crítica: Caltiki, el Monstruo Inmortal (1959)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / Italia / Mexico, 1959: John Merivale (Dr. John Fielding), Didi Perego (Ellen Fielding), Gérard Herter (Max Gunther), Daniela Rocca (Linda)

Director: Riccardo Fredda & Mario Bava, Guión: Filippo Sanjust

Trama: El Dr. John Fielding encabeza una expedición científica para investigar las ruinas mayas en Tikal. Cuando dos miembros de la expedición desaparecen, Fielding y su ayudante Max Gunther salen a buscarlos. Pero en el rastreo se topan con una gigantesca masa viviente que absorbe todos los tejidos vivos. Fielding y sus ayudantes logran incinerar al monstruo, pero Gunther ha salido seriamente lastimado, y su salud física y mental penden de un hilo. Para intentar salvar a su compañero, Fielding comienza a estudiar las leyendas mayas inscriptas en las paredes de la cueva en donde encontraron el monstruo, la cual lo identifican con el dios Caltiki, el que traerá el apocalipsis cuando reciba su fuerza del cielo. Pero el enigmático mensaje cobra sentido cuando un cometa pasa cerca de la Tierra – el mismo que hace miles de años visitó el planeta en la misma época en que desaparecieron los mayas -. Y entonces es cuando Fielding se da cuenta de que la radiación del cometa hará crecer a Caltiki a proporciones descomunales y devorará todo a su paso, del mismo modo que exterminó a los mayas hace decenas de siglos.

Caltiki, el Monstruo Inmortal Hay peliculas que uno termina por aplaudir, mas allá de lo mal escrita que pueda estar la historia. Esas películas tienen cierta energía salvaje que las hace traspasar los límites de lo permitido, y terminan por generar un puñado de imágenes que a uno le quedan en la memoria. Caltiki, El Monstruo Inmortal es mi última incorporación a dicho grupo; el libreto no es un ejemplo ni de coherencia ni de originalidad, pero tiene un ritmo fantástico y un par de fotogramas realmente trasgresores para su época.

Mientras que en los años 50 el terror era recatado y pulcro, y lo más shockeante era ver la sangre en colores de los filmes de la Hammer como Dracula (1958), Caltiki, El Monstruo Inmortal se despacha con un par de escenas gore cuyo impacto está ligeramente diluido por el hecho de que el filme está en blanco y negro. Que el monstruo chupe viva a la gente, y uno vea esqueletos con trazos de carne gritando de dolor resulta sorprendente para la época en que fue rodado. Aquí el responsable de la cinta es Riccardo Fredda, un tipo que ha filmado de todo (y cuya obra más conocida es el filme de terror El Horrible Secreto del Dr. Hichcock), quien a mitad del rodaje decidió renunciar para darle la oportunidad a Mario Bava, que hasta ese entonces era cinematógrafo y habia dirigido varias películas de manera no acreditada. Aún así, Bava debería esperar hasta 1960 para que su nombre tuviera peso propio a partir del clásico La Máscara del Demonio.

Si uno se atiene a la historia, Caltiki, El Monstruo Inmortal es una mezcla entre La Mancha Voraz y The Quatermass Xperiment. Aquí hay otro bicho mutante de origen desconocido; pero a diferencia de The Blob, aquí el monstruo es vicioso y carnívoro, no dejando títere sin cabeza. Los problemas de la película pasan por la historia, que es un rejunte de cosas metidas con calzador como para que la película llegue a cumplir con el tiempo mínimo reglamentario necesario para ser considerado un largometraje. Así que el libretista metió un triángulo amoroso, el monstruo de marras, un asesino serial, profecias mayas del fin del mundo (¿Caltiki figurará en el calendario maya?), y experimentos radiactivos. Y aún con todo eso, Caltiki, El Monstruo Inmortal apenas araña los 70 minutos de duración.

Como podrán ver, la coherencia no es el fuerte del filme. Destruyen al monstruo, el amigo (?) del héroe (que odia a todos y quiere soplarle la mujer) termina con medio brazo devorado y medio loco, se escapa del hospital y empieza a matar a medio mundo (tal como Victor Carroon en The Quatermass Xperiment, incluyendo correrias por la campiña con el brazo deforme vendado), hay una mexicanita que está fuerte y quiere al demente pero éste no le da la hora, está el científico que demuestra con un pedacito de monstruo que el bicho crece gracias a la radiactividad, hay un cometa radiactivo (wtf?!) que pasa por la Tierra justo en ese momento, y todos confluyen en la casa del héroe. Como aún así faltaban minutos de metraje, al protagonista lo hacen detener por la policía mexicana, el tipo se pelea con medio mundo, se escapa y llega a su casa cuando su mujer y su hijo están colgando de una cornisa desde hace horas mientras que la gelatina Royal mutante se los quiere devorar.

Yo no diría que los efectos especiales son patéticos. El monstruo es una especie de bolsa de consorcio reptante pero, curiosamente, es igual o más efectivo que la bola de gelatina roja que aparecía en The Blob, además de que disuelve vivo a todo lo que toca. El resto de los FX es más patético, como los tanques de juguete o las poco convincentes casas de cartón. Pero aún con su historia desprolija y sus efectos especiales discutibles, Caltiki, El Monstruo Inmortal tiene ese sabor a shock barato y repulsivo que las peliculas italianas de terror suele tener, mostrando aquí un gran antecedente de lo que sería la cinematografía gore que prosperaría en las décadas del 70 y 80, de la mano de Dario Argento y Lucio Fulci (entre otros). Y tan solo por ese dato, Caltiki resulta más que recomendable.