Crítica: La Caja (The Box) (2009)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2009: Cameron Diaz (Norma Lewis), James Marsden (Arthur Lewis), Frank Langella (Arlington Steward), Holmes Osborne (Dick Burns), James Rebhorn (Norm Cahill)

Director: Richard Kelly, Guión: Richard Kelly, basado en el cuento “Botón, Botón” de Richard Matheson

Trama: Norteamérica, año 1976. Los Lewis son un matrimonio joven que mantiene un buen pasar económico: Arthur trabaja en la NASA y Norma da clases en la escuela del pueblo. Pero luego que Arthur perdiera un ascenso y que Norma fuera despedida del colegio, se topan con una extraña caja que alguien ha dejado en la puerta de su casa. Tras varias horas aparece un hombre deforme – que se identifica como Arlington Steward – y que le explica que ellos forman parte de un experimento social: la caja posee un botón y, si lo presionan, los Lewis estarán provocando la muerte de un ser humano que ellos desconocen, a cambio de recibir una recompensa de un millón de dolares. Acuciados por su situación económica, Norma convence a Arthur y terminan pulsando el botón. Pero, al momento de recibir el pago, la conciencia los empieza a torturar, y comienzan a seguir todas las pistas posibles para dar con el paradero de Steward y devolverle el dinero … pero los indicios que encuentran son cada vez más inquietantes, mostrando que Steward es parte de una conspiración de origen alienígena.

La Caja Hay tipos que se creen su propia fama, y terminan desarrollando engendros. Uno de esos casos es el de Richard Kelly, autor del hit de culto Donnie Darko, y un claro pichón shyamalanesco. Hablamos de gente que arrancó su carrera con proyectos brillantes, y que luego terminó rodando basura plagada de pretensiones intelectualoides. En The Box Kelly tomó un cuento de Richard Matheson (autor de infinidad de clásicos como El Increíble Hombre Menguante y Soy Leyenda), el cual fue publicado en la revista Playboy en 1970 – y que consistía en un puñado de hojas -, y lo ha expandido a proporciones ridículamente gigantescas. No sólo la efectividad del relato de Matheson ha terminado ahogada ante la proliferación de subtramas y personajes, sino que todo lo que ha adicionado Kelly se vuelve cada vez más ridículo a medida que avanza la proyección. Y estoy seguro que si hoy mismo le preguntan al director sobre qué opina de su propio filme, responderá con absoluta convicción que se trata de una gran película.

El cuento original era una especie de versión abreviada del Fausto con toques de humor negro. Había una pareja endeudada y un extraño que llamaba a la puerta de su casa. El extraño les daba una caja en donde había un botón pulsador, y les prometía un generoso pago si se decidían a presionarlo. El tema era que, al pulsarlo, ellos estarían matando a una persona en alguna parte del mundo. Entre idas y vueltas terminaban por apretar el botón. Al poco tiempo el hombre fallecía y la mujer recibía el pago que el extraño le había prometido … cuyo importe coincidía con la póliza del seguro de vida de su marido. Chin, pún, este cuento se ha terminado!. Imaginen extender esta anécdota a los 115 minutos que dura La Caja. Es como que suena a demasiado, ¿no?

La primera media hora es leeenta y todo el elenco pareciera estar bajo los efectos de Valium u otro narcótico de similar potencia. Los personajes están mal escritos – en ningún momento dan sensación de naturalidad, en especial el matrimonio de James Marsden y Cameron Díaz -, y se mezclan detalles excéntricos como que a la Díaz le falta medio pie, en su clase hay un alumno fetichista que la acosa, y Marsden trabaja en la NASA en el mismo proyecto que dió a luz a la expedición Viking (aquella que llegó a Marte a mediados de los años 70). Uno no termina de asimilar todo esto cuando hace acto de presencia Frank Langella, a quien le falta medio rostro (sumando otro detalle bizarro a la trama), y quien les ofrece a los protagonistas el trato faustiano de presionar el botón rojo de un dispositivo que les entrega – lo que produciría automáticamente la muerte de una persona que ellos no conocen -, a cambio de recibir un millón de dólares. Como estos pibes viven en la pobreza (tienen una pequeña mansión, él tiene un pequeño Corvette, los acucia la cuota de la cooperadora escolar, etc), juntan coraje y terminan por pulsar el dichoso botoncitolo cual activa el proceso de autodestrucción de todo el filme. Para esto ya ha pasado media hora de proyección y Kelly ha consumido el 90% de las ideas del cuento original de Matheson, con lo cual el director / libretista saca la guitarra y empieza a despachar fruta a lo loco con tal de llenar el tiempo de metraje que le falta. Y la única forma de seguir avanzando con la historia es hacer que el dúo de protagonistas se obsesione con el personaje de Langella, averiguando sobre su pasado y comenzando a perseguirlo. Esto no estaría tan mal si no fuera porque el libreto inserta con calzador una parva de pistas absurdas que insultan la inteligencia del espectador – a Marsden le regalan una foto de Frank Langella durante el ensayo de una boda (!!); una periodista le da una nota a Cameron Díaz antes de morir, aún cuando ambos personajes jamás se habían visto; hay una masacre en la casa de un compañero de Marsden y éste decide investigar la escena del crimen, ya que tiene una inexplicable corazonada (otro artilugio idiota que inventa el guión para que Marsden encuentre otra foto de Langella en el lugar de los asesinatos); hay una niñera que sabe demasiado, y hay una epidemia de hemorragias nasales que afecta a medio elenco, como si les hubieran dado cocaína de la mala -, además de que el ritmo del filme se acelera a tal punto que todo se vuelve estúpido e incoherente. Hay situaciones y personajes que Kelly inventa con el único propósito de que aporten una pista o dos en un momento determinado, y que luego el mismo director termina por esconder bajo la alfombra, quitándoles voz y peso en lo que queda de la trama. Ni los jefes de Marsden (que aparentemente descubren la verdad sobre Langella) sirven para algo, ni se explica qué es lo que ve la niñera en el cuarto de hotel (ni cúal es el posterior destino de la muchacha), ni tampoco se explica cuál es el sentido de la prueba con los extraños cubos de agua. (alerta spoilers) Y cuando llega el final y Langella devela la verdad – que todo se trata de un experimento social de los alienígenas (similar al climax con los ferrys de Batman, el Caballero Oscuro) para debatir si la raza humana tiene suficientes valores como para ser salvada o exterminada -, resulta tan abrumadoramente prepotente que dan ganas de linchar al director. Digo yo: ¿no se les podría haber ocurrido una explicación mejor?. (fin spoilers)

La Caja es otro bofe indignante de esos que anda dando vueltas por allí. Miren que Kelly contaba con numerosas alternativas para desarrollar la historia, y terminó por elegir las más absurdas. El guión es malo, por momentos da la impresión que faltaran escenas (o que hayan quedado en el piso del cuarto de edición), no hay clima, y la mayor parte del tiempo parece un compendio de excentricidades. Quizás a otra gente le parezca que La Caja no es un filme tan malo; para mí es una pérdida de tiempo irremediable e inexcusable.