Crítica: El Desafio del Búfalo Blanco (1977)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1977: Charles Bronson (Wild Bill Hickok), Will Sampson (Caballo Loco), Jack Warden (Charlie Zane), Slim Pickens (Abel Pickney), Kim Novak (Poker Jenny Schermerhorn), Clint Walker (Whistling Jack Kileen), Stuart Whitman (Winifred Coxy)

Director: J. Lee Thompson, Guión: Richard Sale, basado en su propio libro

Trama: El lejano oeste. Wild Bill Hickok ha estado sufriendo terribles pesadillas en donde imagina que un enorme búfalo blanco lo ataca en un paraje helado. Ya que el sueño lo persigue desde hace años, Hickok decide enfrentar sus temores y viaja hacia Cheyenne Black Hills, en donde han visto una bestia de características similares a la que lo obsesiona. En el camino se le unirá el cacique Sioux Caballo Loco, cuya familia ha sido aniquilada por el animal durante un devastador ataque sobre su tribu y por lo cual se encuentra ahora en plan de venganza. Ambos saldrán a cazar a la criatura… pero el animal parece poseer características sobrenaturales y comenzará a acosarlos en medio de las montañas nevadas.

El Desafio del Bufalo Blanco (1977) En una época J. Lee Thompson fue una potencia creativa. Bajo el cinto tenía titulos del calibre de Cabo de Miedo (1962) y Los Cañones de Navarone (1961). Pero a mediados de los 60 decidió volcarse a lo que más le gustaba – el dinero – y empezó a tomar cualquier trabajo, dirigiendo rápido, barato y mediocre. Hizo cosas pasables como La Conquista del Planeta de los Simios (1972) y una parva de títulos olvidables, casi siempre con su actor fetiche Charles Bronson. Precisamente de esta dupla nace el título que nos ocupa, que en su momento la crítica y el público se encargaron de despedazar y que, con el tiempo, lograría obtener cierta redención.

La gente que suele cargar las tintas contra El Desafío del Búfalo Blanco acostumbra de tildarla de clon mediocre de Tiburón (1975), lo cual es absurdo. Es cierto que el título de Steven Spielberg puso de moda el subgénero conocido como Venganza de la Naturaleza (con una parva de animales asesinos atacando a la gente), pero la película de J. Lee Thompson se encuentra más emparentada con el relato clásico de Hernan Melville Moby Dick (1851) que con otra cosa. Aquí hay un par de leyendas del oeste – pistolero Wild Bill Hickok, cacique Caballo Loco – , los cuales se encuentran obsesionados con la bestia de una forma u otra: a uno lo persiguen pesadillas de que el animal lo va a matar, y al otro el búfalo le ha exterminado toda su familia. Para que no queden dudas la bestia es blanca, igualito a la ballena de la novela de Melville, y se comporta con un salvajismo superior a lo normal.

A mucha gente le pareció una idiotez mezclar terror con western, o que el animal asesino sea un búfalo (a mí no me parece una tontería en ninguno de los dos casos) y habló pestes del filme durante años. Es cierto que la película tiene unos cuantos problemas – hay varios chistes fuera de lugar; la mayoría de los escenarios son de estudio y se ven baratos y artificiales; algunos diálogos bordean lo ridículo – pero si uno la ve con ojo de buen cubero descubrirá que hay una historia potable detrás. El momento en que Charles Bronson llega al pueblo y ve un interminable murallón compuesto por los huesos de miles de búfalos cazados en el invierno pasado es impresionante, y hace presagiar de que el búfalo blanco quizás sea un ente sobrenatural que ha aparecido para castigar a los humanos que han depredado su raza. La manera en que el libreto construye la relación entre Hickok y Caballo Loco es muy buena y tiene sus toques filosóficos. Y el filme repunta enormemente cuando llega a la montaña helada en donde se desarrolla la cacería. El climax está bien filmado y Thompson camufla muy bien al animatronic que hace de búfalo, el cual se ve impresionante.

Por contra, el que atenta contra la naturaleza del filme es el mismo J. Lee Thompson, que es demasiado rutinario para filmar y apenas hace el esfuerzo por crear algo del ambiente fantástico que necesitaba la película. Ciertamente el 50% del filme es un vulgar western – a Hickok lo reconocen sus enemigos en todos lados y hay balaceras a cada rato -, lo cual en sí no está mal ya que mantiene el filme en movimiento todo el tiempo, pero distrae la atención del tema principal que es la presencia de la mítica bestia blanca. Pero el resto está mas que bien y compensa las fallas del filme. Hasta Charles Bronson está muy bien, aunque este sea un personaje tan típico que el actor podría hacerlo hasta dormido.

Seré de la minoría, pero a mí me gustó El Desafío del Búfalo Blanco. Precisaba a gritos otro director y una producción más generosa, pero el resultado final no es malo. Y en lo personal voto por la rehabilitación del buen nombre del filme.