Crítica: Contaminacion (No Blade of Grass) (1970)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / GB, 1970: Nigel Davenport (John Custance), Jean Wallace (Ann Custance), John Hamill (Roger Burnham), Lynne Frederick (Mary Custance)

Director: Cornel Wilde, Guión: Sean Forestal & Cornel Wilde, basados en la novela homónima de John Christopher

Trama: El mundo ha entrado en crisis luego que un nuevo tipo de virus comenzara a atacar el crecimiento del pasto en distintas partes del planeta. Como consecuencia de ello, se han perdido cosechas enteras y los animales han comenzado a morir en una progresión alarmante. Mientras paises gigantes como la India y China se debaten en feroces guerras por la superviviencia invadiendo territorios vecinos en busca de comida – o gaseando ciudades propias para sacrificar su población en beneficio de un puñado de sobrevivientes -, los ingleses han comenzado a tomar medidas preventivas ante lo que parece ser una catástrofe inevitable. John Custance vive en Londres con su familia, y está decidido a salir de la ciudad antes que dicten la ley marcial; y ha llegado a un acuerdo con su hermano, quien posee una granja en Escocia y aún se encuentra provisto de abundantes alimentos. Pero el camino desde Londres hasta Escocia está plagado de contratiempos, ya que el gobierno ha caído tras una revuelta popular y reina la anarquía en el país. Y ahora la civilización – y el mismo Custance – se verá obligada a cometer actos brutales con tales de asegurar su propia existencia.

Contaminacion (No Blade of Grass) En los setentas hubo toda una movida de ciencia ficción apocalíptica que tenía que ver con la difusión de diversos trabajos publicados por los primeros ecologistas, los cuales alertaban sobre la contaminación del planeta, la explosión demográfica y la escasez de recursos que ocurrirían en un futuro no demasiado distante. Títulos como Cuando el Destino nos Alcance, ZPG, e incluso La Fuga de Logan trataban – de una u otra forma – el tema, siendo en su mayoría enfoques muy amarillistas o demasiado fantasiosos. En general el apocalipsis por extinción de recursos siempre estuvo mejor tratado en la literatura que en el cine y, de todos esos casos, habría que esperar a Hijos de los Hombres (2006) para ver una película de alta seriedad, credibilidad y calidad. En el medio hubieron intentos de todo tipo, entre los cuales No Blade of Grass (Ni un Rastro de Pasto) es uno de los más fallidos.

He aquí una buena historia arruinada por un director horrendo – Cornel Wilde, estrella serie B que tuvo sus momentos de gloria en los 40 y 50, y que hiciera sus pininos en la dirección con el clásico de culto La Presa Desnuda (1966) (esa en donde Wilde está desnudo y se la pasa corriendo por las estepas africanas mientras esquiva a una tonelada de aborígenes que quieren matarlo) -. Es posible que Wilde obtuviera mucho reconocimiento con The Naked Prey pero, 4 años después, da la impresión que todo su talento directorial se hubiese agotado. El problema con Contaminación es que está dirigida de manera tan burda que logra momentos de espectacular ridiculez, pareciéndose más a una obra de teatro armada con niños de 5 años que a una brutal historia de supervivencia en un mundo que se encuentra al borde de la extinción.

Como suele pasar con el género de los apocalipsis ecológicos, ésta es una road movie. La película se basa en una novela de John Christopher, el cual es un autor respetado – es una especie de versión serie B de John Wyndham -, el que tiene en su haber títulos como la saga de Los Tripods (donde una raza de robots invade y domina nuestro planeta, y que tuviera su propia miniserie en 1984) -. Si uno lee el libro o ve el filme de Cornel Wilde con los ojos cerrados, verá que la trama es interesante. Siguiendo el patrón creado por Wyndham a partir de El Dia de los Trifidos (y copiado por infinidad de películas, como 28 Días Después / Exterminio, Blindness, Doomsday, y un largo etcétera): a) pasa algo terrible en Inglaterra; b) el gobierno se cae o es reemplazado por una junta fascista; c) la gente se desespera y mata a medio mundo para sobrevivir y apoderarse de los escasos víveres que hay en un país sumido en el caos. Mientras que a Wyndham le gustaba usar semejantes contextos para todo tipo de alegorías y análisis políticos, Christopher se dedica a observar el comportamiento humano. En este caso, el pasto se extingue alrededor del mundo (fíjense qué detalle minimalista!; nada de bombas atómicas ni invasiones alienígenas, sino que la gente se muere porque los animales no tienen para comer y las cosechas están en veremos), con lo cual se viene una escasez global de alimentos. Los paises entran en guerra con sus vecinos para apoderarse del escaso territorio fértil que poseen éstos o, bien, gasean ciudades enteras para que el alimento alcance entre los elegidos para la supervivencia. En el caso que nos ocupa tenemos la odisea de una familia, los cuales desean salir de Londres para ir a la granja que tiene el hermano del protagonista en Escocia. En el medio se cae el gobierno, hay turbas populares, sicóticos asesinos, motociclistas violadores, granjeros armados hasta los dientes, y personajes de todo tipo y color.

El libreto se alterna entre clichés e ideas interesantes. Por ejemplo, hay una banda de idiotas que andan en moto y tienen unos ridículos cascos con cuernos – los cuales parecen salidos de una copia italiana de Mad Max -, los cuales se violan a cualquier cosa de sexo femenino que se les cruza en el camino; o están los intolerantes que quieren robarte todo lo que tenés, incluso valijas enteras llenas de ropa colorinche de mal gusto; pero, por otra parte, hay algunas vueltas de tuerca novedosas. El aspecto que más me gustó es que el protagonista termina por aliarse con un sicópata, un flaco amante del gatillo fácil, el cual en cualquier otro relato hubiera terminado por convertirse en un obvio villano, y aquí termina siendo una especie de tutor que le enseña los aspectos mas básicos (y brutales) de supervivencia al héroe. No sería incorrecto afirmar que, si no fuera por el loquito asesino, el protagonista no hubiera podido llegar vivo a la esquina… aunque para ello deba tolerar que el desequilibrado liquide a su novia y quiera encamarse con su hija (la cual, muy suelta de cascos, termina por aceptar gustosa).

Lamentablemente lo que tiene de interesante la historia lo termina de arruinar Cornel Wilde con su dirección inepta. El comienzo del filme es muy potable – Wilde maneja muy bien la escenificación de la catastrofe, sea con stock footage, reportes radiales, turbas sueltas en las calles de Londres -. El problema es que pasan los minutos y la única manera de avanzar la historia es con más y más reportes radiales; porque, cuando llega la hora de que los actores actúen (a final de cuentas, para eso les pagan), son desastrosos y ridículos. Nigel Davenport (con un parche en el ojo, el cual lo hace ver como una versión setentosa de Nick Fury) es extremadamente blando e incompetente – y eso que se supone que es un curtido ex soldado -, lleno de discursos pretensiosos y actitudes desubicadas. Cuando matan a alguien, se agarran la cara o lloriquean de manera exagerada como si fuera una obra escolar. Deambulan por media Inglaterra y sus ropas, abrigos y pilotos están impecables como si recién hubieran salido de la tintorería. Se encuentran con patotas y matan a sus líderes… y los que quedan, se les unen como si nada, como si fuera lo más natural del mundo seguir a los asesinos de sus jefes. Las discusiones están plagadas de ingenuidades, y el 90% de las reacciones dramáticas están equivocadas. Incluso el final – que debería ser salvaje, ya que involucra el enfrentamiento de hermano contra hermano – es excesivamente bobo y mal orquestado.

He aquí un filme que clama a gritos una remake. Aquí hay ideas pero hay una espantosa puesta en escena. Contaminación sin dudas tiene sus momentos, pero la torpeza le gana a la nobleza de sus pretensiones, lo cual termina arruinando lo que debería haber sido una experiencia cinematográfica importante.