Crítica: Birdman (2014)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / Canada, 2014: Michael Keaton (Riggan), Edward Norton (Mike), Emma Stone (Sam), Naomi Watts (Lesley), Andrea Riseborough (Laura), Zach Galifianakis (Jake)

Director: Alejandro González Iñárritu, Guión: Alejandro González Iñárritu, Nicolás Giacobone, Alexander Dinelaris & Armando Bó

Trama: Riggan Thomson es un actor que está en la mala. 20 años atrás era el protagonista de la exitosísima saga Birdman, basada en un superhéroe alado, pero Riggan se cansó del personaje y decidió renunciar a la franquicia. El problema es que su carrera nunca volvió a ser lo que era antes, y ha ido a los tumbos por mas de dos décadas. Es por ello que Thomson ha preparado un regreso, montando – con su propio dinero – un drama de Raymond Carver en Broadway. Pero el elenco flaquea, la crítica se apresta a despedazarlo y lo que queda de su familia le cuestiona lo jugado del proyecto. Y mientras Thomson lidia con actores secundarios egocéntricos, amantes sexópatas, hijos fumones y críticos venenosos, ha descubierto que posee los superpoderes que tenía Birdman en las películas. ¿Acaso el stress ha desquiciado a Thomson, o los poderes son reales?. ¿Este es el final de su carrera – y de su vida – o ha llegado al punto de quiebre y está a punto de concretar el regreso artístico tan esperado?

Birdman Diferente y dispar. Así se siente Birdman, el último experimento del cineasta mexicano Alejandro Gonzalez Iñárritu. Lo que parece anticipar una sátira al género de los superhéroes – a final de cuentas la trama guarda demasiados puntos de contacto con la vida real de Michael Keaton, su protagonista -, es en realidad una comedia experimental que dispara dardos a medio mundo – desde la cultura pop y las redes sociales hasta el hermético mundo teatral de Broadway (prohibitivo para aquellas estrellas devaluadas y surgidas de un medio tan superficial como el cine) – y termina acertando en su mayoría. El punto es que provee una conclusión mas vaga que satisfactoria, con lo cual resulta mas interesante la travesía que la llegada. Aún así, hace un montón de cosas novedosas, lo cual termina resultando atractivo por lo inesperado de su enfoque y de su propuesta.

Ya las cosas empiezan extrañas cuando vemos a Michael Keaton meditando en su camerino y flotando en el aire. Hace 20 años el protagonista encabezaba una exitosísima franquicia basada en el superhéroe del título, lo cual le daba fama y fortuna pero no terminaba por satisfacerlo profesionalmente. Habiendo renunciado al papel, el siguiente par de décadas se desarrollaron en un declive constante, siendo el actual momento el mas bajo de su vida. Ahora el tipo precisa meter un éxito para generar un comeback y, de paso, sentir que ha hecho algo de valor con su profesión. Y mientras el tipo reflexiona esto, mueve cosas con la mente o se manda a volar cuando está aburrido. Uno no sabe si el tipo está pirado o, – como un clásico sketch de Saturday Night Live, ése en donde Christopher Reeve iba a una audición para Superman y todos testeaban si podían parar balas con el cuerpo o quemar papeles a la distancia con su visión de rayos laser -, el tipo realmente tiene superpoderes. Y mientras que las referencias al género se multiplican por doquier – la vida de Riggan Thomson es tremendamente similar a lo que pasó Michael Keaton en los ultimos 20 años cuando abandonó la saga de Batman; están Edward Norton y Emma Stone, protagonistas de sendas franquicias de la Marvel como fue Hulk y El Increíble Hombre Araña; Keaton bromea sobre George Clooney y Robert Downey Jr; e incluso hay un cameo de Spiderman -, el filme no se engolosina sólo con eso. Es como que ese toque cómico y autorreferencial (que por momentos me hace acordar al tono de JCVD, ese extraño experimento en donde Jean Claude Van Damme hacía una versión no demasiado ficticia de sí mismo) fuera el punto de partida, el primero de una larga lista de temas que Alejandro Gonzalez Iñárritu quiere tratar en el camino. Está el mundo del teatro, lleno de prejuicios y egos; está los insufribles actores de método – como Edward Norton, el cual quiere emborracharse y fornicar en escena para empapar en realismo a su personaje (!) -; está la paternidad castrada por la obsesión por la carrera, lo cual ha provocado todo tipo de daños en los hijos; está la burla a las redes sociales, una entidad superficial marcada por seguidores y likes, y en donde uno debe tener una cuenta para poder “existir” en el mundo real; y está la tragedia de los actores en desgracia, los cuales necesitan mantener su dignidad por cualquier medio posible. Y mientras tanto, todo este licuado está narrado cinematográficamente en una toma única (tal como pasaba con La Soga de Alfred Hitchcock), lo cual le da un toque tremendamente surrealista al generar un flujo espacio – tiempo único, continuo y abreviado. Keaton toma la audición a Norton, se va a su camarín y habla con sí mismo, va por el pasillo y le deja una propina al percusionista que está haciendo un solo de tambor en la cocina (y que casualmente es el ritmo real de la banda sonora), y regresa al escenario en donde el teatro está lleno y el elenco está enroscado en medio de una escena, con lo cual los tiempos narrativos están abreviados en la mente del protagonista.

Birdman es diferente e interesante. Como la estructura es inusual, uno no sabe muy bien para qué lado va a terminar disparando todo esto. ¿Acaso Keaton terminará matando a Norton por una cuestión de choque de egos?. ¿Es Keaton un suicida que dar el golpe de gracia a su carrera, matándose en el escenario?. ¿Existe todo esto realmente, o sólo pasa en la mente de Keaton?.

Lo que uno siente es que la historia no tiene una conclusión limpia y quizás por eso el libreto prefiere embarullar un poco las cosas para dar un final criptico. En Desde el Jardín Peter Sellers podía caminar sobre el agua, y ello implicaba el caracter celestial de su personaje. Aquí Keaton vuela, pero la lectura es mucho mas compleja, ya que su personaje no tiene nada de inocente como para tener semejante don angelical. Lo más probable es que su mente asocie que, los únicos momentos en donde fue feliz y se sintió realizado, fué al interpretar / apoderarse de ese superhéroe que tanto odió, y que le hizo ser quien es. Quizás el quid de la cuestión sea el proceso de reconciliación entre el actor y el personaje que lo encasilló; resaltar los cojones que precisó para encarnar un papel enfundado en un traje ridiculo y volverlo creíble para millones de fans, con lo cual hay un verdadero talento dramático escondido en su cuerpo… el cual precisa despertar para asumir un rol mas jugado, dramático y convencional como es el de la obra de Raymond Carver.

Birdman no es una sátira sobre el género de los superhéroes, sino una comedia dramática salpicada de detalles autorreferenciales, y que trata sobre la tragedia de un actor en el ocaso de su carrera. Las performances son muy buenas – Keaton comienza como Keaton, maniático y chispeante, pero a mitad de camino se transforma y termina brindando una interpretación de gran altura; Emma Stone posee una enorme intensidad (especialmente en el discurso en donde le reclama a Keaton su indiferencia como padre); Norton es Norton, camaleónico como siempre; y si bien el resto del elenco es muy bueno, el que mas me sorprendió es Zack Galifianakis, yendo contra natura (y con gran efectividad) en el rol de sufrido manager y amigo personal del protagonista.

Definitivamente Birdman no es para todos los gustos, ni probablemente satisfacerá todas las expectativas. Es rara e inusual, pero está bien construída y es inteligente. En el fondo se podrían haber omitido las referencias pop al mundo de los superhéroes y hubiera quedado como otra de esas obras sobre la decadencia de los artistas – como El Vestidor o Sunset Boulevard -; pero esas adiciones le dan cierto condimento paladeable para las masas, razón por la cual la hemos incluido en este portal.