Crítica: El Bibliotecario 2: El Mapa del Rey Salomón (2006)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2006: Noah Wyle (Flynn Carsen), Gabrielle Anwar (Emily Davenport), Bob Newhart (Judson), Jane Curtin (Charlene), Olympia Dukakis (Margie Carsen), Erick Avari (general Samir), Robert Foxworth (tío Jerry)

Director: Jonathan Frakes, Guión: Marco Schnabel, basado en los personajes creados por David N. Titcher

Trama: Flynn Carsen, quien trabaja como cuidador de la biblioteca fantástica que preserva los secretos mejor escondidos de la humanidad, recibe en su casa un paquete procedente de Egipto. Al parecer es un mapa que contiene las pistas para llegar a las legendarias minas del Rey Salomón, en donde se encontraría no sólo fortunas incalculables sino también una inagotable fuente de poder místico. Carsen recibe la misión de hallar la llave perdida que abriría el paso hacia las minas y complementa al mapa; pero en el camino descubrirá que el siniestro general Samir también persigue su mismo objetivo, eliminando a todos los que se interponen en su camino. Con la ayuda de la arqueóloga Emily Davenport, Carsen se acercará a completar su misión… sin saber que, en el transcurso de semejante aventura, descubrirá un importante secreto sobre el pasado de su padre y de su familia.

El Bibliotecario 2: El Mapa del Rey Salomon En el 2004 Noah Wyle (el ex Dr. John Carter de la serie de TV ER Emergencias Medicas) se había anotado un poroto con el primer filme basado en el personaje de El Bibliotecario, una especie de híbrido con menos de Indiana Jones y más de Sherlock Holmes, que se tomaba las aventuras arqueológicas en tono de comedia. En aquella ocasión habíamos descubierto al personaje – un nerd sin vida social que era reclutado por una sociedad secreta destinada a preservar tesoros legendarios de la humanidad que se creían perdidos, como la espada Excalibur, el Arca de la Alianza, la Lanza del Destino, etc -, y a pesar de que despachaba bastante fruta y no era demasiado coherente, el filme terminaba siendo una gozada porque tenía sus momentos cómicos y tenía una galería de buenos personajes. La cadena TNT y Dean Devlin, productores del filme original, vieron el filón y acordaron producir una trilogía de la cual El Mapa del Rey Salomón es el segundo título de la misma.

Pero el tema es que aquí caen en todas las trampas que el equipo de creativos había podido sortear con éxito en En Busca de la Lanza Perdida. En realidad, el problema viene por una cuestión de egos, expectativas sobreinfladas, y recambio de creativos que hicieron al original un éxito, y acá la erran por cientos de kilómetros. Para empezar Noah Wyle se metió como productor y exigió más seriedad y protagonismo (sacando del medio a Sonya Walger, que era una de las mejores cosas de la primera pelicula); llamaron al fracasado de Jonathan Frakes, que es un tipo muy simpático y que dirige muy bien episodios y filmes de Star Trek, pero es absolutamente incapaz de entender cómo funciona una comedia (sino, vean su versión para la pantalla grande de Los Thunderbirds); y ahora figura el libretista Marco Schnabel en lugar de David N. Titcher, el cual no tiene ni idea de las cosas que hicieron un éxito de la película original. El problema es que estos tres dejaron de lado la premisa básica del primer filme – que era una parodia del cine de aventuras -, e intentaron jugarla en serio como un Indiana Jones televisivo … pero al tener un magro presupuesto, un cast de actores mediocres, y un libreto malo y sin chistes, lo único que hicieron es resaltar todos los defectos y limitaciones de la película y del medio.

Eso no quita de que la película tenga sus momentos, pero son menos que más; el ahora productor Wyle se ha considerado una estrella, cuando en realidad el pobre posee carisma cero y es incapaz de manejar la película él solo. En el primer filme había una gran química entre Wyle y su coprotagonista, pero aquí Gabrielle Anwar debe morder como puede un papel completamente mal escrito y confeccionado para figurar a la sombra del actor principal. Y cuando la comedia no es graciosa, los defectos del guión empiezan a destilar mal olor como heridas pustulentas (qué imagen!). Comenzando por su investigación científica cero, en donde el libretista se despacha con disparates tales como masones existentes mil años antes de Cristo y partícipes de la construcción del palacio del Rey Salomón; fuentes de poder sobrenatural encerradas en las famosas minas; el matemático egipcio Ptolomeo (que murió en Alejandría) enterrado en una tumba secreta en Casablanca (!)… y las idioteces siguen y siguen. Pareciera que el libretista Schnabel fue incapaz de agarrar siquiera la Wikipedia para escribir algo con mediana coherencia; no era necesario un seudo enciclopedismo a lo Dan Brown, pero decir que los masones existen desde antes de Cristo – cuando está comprobado que dicha logia se formó alrededor del 1400 DC – es tomar por idiotas a todos. A esto se suma escenas de acción mal rodadas, chistes malos y escasos, y un sentido ridículo de tomarse demasiado en serio a sí mismo.

Es una lástima de que arruinaran la saga con una entrega tan mediocre como El Bibliotecario 2: El Mapa del Rey Salomón. Eso no impediría de que el mismo equipo técnico se despachara con una tercera y última entrega (ya que está de moda vender todo por trilogías), la cual vendría en el 2008 de la mano de El Bibliotecario 3: La Maldición del Caliz de Judas (Santo Dios, esa sí que es verdura por mayor!). Pero esa es otra historia.

LA SAGA DE THE LIBRARIAN

Las películas de la saga El Bibliotecario son: El Bibliotecario: En Busca de la Lanza del Destino (2004), El Bibliotecario 2: El Mapa del Rey Salomón (2006) y El Bibliotecario 3: La Maldición del Caliz de Judas (2008)