Crítica: La Batalla del Rio Neretva (1969)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Yugoslavia / Italia / Alemania, 1969: Sergey Bondarchuk (Martin), Yul Brynner (Vlado), Hardy Krüger (coronel Kranzer), Franco Nero (capitán Michele Riva), Sylvia Koscina (Danica), Orson Welles (senador), Curd Jürgens (general Lohring), Anthony Dawson (general Morelli)

Director: Veljko Bulajic, Guión: Veljko Bulajic, Stevan Bulajic, Ugo Pirro & Ratko Djurovic

Trama: Enero de 1943. Los balcanes representan un difícil reto para las fuerzas invasoras nazis, ya que los partisanos de Tito han logrado hacerles frente en una interminable guerra de guerrillas, ayudada por la complicada geografía del lugar. Temiendo una invasión aliada en dicha región, los alemanes han lanzado una ofensiva total, destinada a acorralar a los partisanos (y el enorme contingente de enfermos que acarrean) en las orillas del río Neretva, en donde serán masacrados desde cuatro direcciones, incluyendo la facción separatista chetnik – aliada de los nazis -. Por ello el líder de los partisanos, Josip Tito, se verá obligado a tomar decisiones extremas con tal de salvar a la mayoría de sus fuerzas y evitar la carnicería; pero el tiempo apremia y el avance alemán parece ser imparable.

La Batalla del Rio Neretva La Batalla del Rio Neretva es una war opera. Es una de esas super producciones mayormente bancadas por algún estado (o una parva de capitalistas privados), infestada de estrellas internacionales y desbordante de escenarios espectaculares en donde miles de extras (generalmente provistos por algún ejército nacional) correteaban por alguna llanura para intentar recrear alguna batalla memorable. En ese sentido, La Batalla del Rio Neretva no difiere demasiado de La Ultima Ofensiva, Un Puente Demasiado Lejos o El Día Mas Largo del Siglo, aunque se encuentra más emparentada con la super producción soviética Liberación, ya que el mismo Tito – dictador supremo de Yugoslavia, y héroe de la segunda guerra mundial – puso la firma a los cheques para que este filme fuera llevado a cabo (y donde su presencia en la historia tiene una importancia decisiva; – ups! -).

Por suerte La Batalla del Rio Neretva no es Liberación. Hay despliegue, pero al menos no es el desfile de egos que afectaba la super producción soviética (en donde decenas de capos del Soviet exigieron fuertes re-escrituras para acentuar el costado heroico de sus personas, algo que nunca tuvieron durante el conflicto); por lo menos Tito tuvo el buen tino de que no lo representara nadie en la pantalla, y aparece como una suerte de comandante en las sombras que dicta las acciones decisivas de la guerra en los Balcanes. Por otro lado, el componente dramático de La Batalla del Rio Neretva está mejor armado que Liberación, aunque tampoco es una maravilla: no seguimos la historia de un personaje sino que hay unas rápidas viñetas de un puñado de ellos, ninguno de los cuales alcanza a ser tridimensional.

El gran problema con La Batalla del Rio Neretva es que, en dos horas y media de duración, se engolosina con los paisajes y los despliegues masivos de extras en vez de hacer hincapié en los personajes. Cada actor invitado tiene sus cinco minutos de lucimiento, pero ninguno hace nada memorable. Curd Jurgens es un rutinario general nazi; Hardy Kruger es un comandante alemán que toma un par de decisiones sin demasiada explicación; Franco Nero es un oficial italiano que cambia de bando porque está harto de los alemanes y adora la resistencia de los partisanos; Yul Brynner es un partisano experto en demoliciones que habla poco y nada; Orson Wells es un senador de los separatistas serbios, que aparece lo justo y necesario para que le paguen el pancho y la coca por el bolo; y, de todos esos renombres, la que se desempeña mejor curiosamente es el bombón sexual Sylvia Koscina, la que sea ha afeado lo suficiente como para verse creíble y le da mucho carácter a su aguerrida partisana enamorada de su jefe de brigada (que mal momento para enamorarse que eligió esta piba!).

Mientras que La Batalla del Rio Neretva se ve espectacular, ello no equivale a ser entretenida. Las secuencias de las batallas se ven masivas, pero no son memorables y, para colmo, la edición y la fotografía resultan un asco. El filme tiene la típica edición cruda de las producciones europeas de la época (como las italianas), en donde la música empieza en una escena, se intercala otra secuencia (que corta la banda de sonido), después retomamos la anterior… y la música sigue en donde había quedado. Por su parte el celuloide es de tan mala calidad que da como fruto unos colores muy lavados, un descuido imperdonable para el costo millonario que tuvo esta película.

El otro problema que tiene el filme es que tampoco es demasiado didáctico que digamos. La batalla del título se refiere a una intentona nazi por aplastar la resistencia partisana liderada por Tito, para lo cual hicieron un despliegue masivo desde cuatro direcciones diferentes con tal de arrinconarlos en el rio Neretva de marras – para colmo Tito tenía la política de no dejar ni un herido atrás, lo cual hacía que sus fuerzas fueran lentas para movilizarse y se asemejara más a un éxodo que a un ejército activo en movimiento -. Lo que ocurrió después fue una mezcla de ingenio y osadía; Tito decidió hacer volar todos los puentes sobre el río, anticipando los planes nazis y haciéndoles creer que intentaba escapar por el norte… cuando en realidad se dedicaba a emparchar de apuro uno de los puentes (al que había demolido de manera quirúrgica). Cuando los alemanes terminaron de movilizar sus fuerzas se dieron cuenta del engaño; y aunque Tito logró salvar el grueso de sus fuerzas, perdió casi el 30% de las mismas, amén de verse obligado a enfrentarse a los chetniks al otro lado del río – a los cuales terminó por aplastar gracias a su ingenio táctico -.

La Batalla del Rio Neretva está ok, aunque no es la maravilla que uno espera después de semejante despliegue. El Oscar recibido es excesivo, pero es otro de esos premios polítizados que la Academia ha solido despachar antes (y ahora) con tal de congraciarse con algún aliado de los States o con alguna causa que ellos consideraran correcta – a final de cuentas, la Yugoslavia de Tito estaba en plena vigencia en los 60 (la época en que se rodó la película); y aunque Tito fuera comunista, nunca se casó ni con los soviéticos, ni con los yanquis, razón por la cual se ganó el respeto de ambas facciones -. En definitiva La Batalla del Rio Neretva es una sobreproducida película de guerra que entretiene pero que no deja ningún recuerdo medianamente duradero.