Crítica: El Avispón Verde: La Furia del Dragón (1976)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1976: Van Williams (Britt Reid / el Avispón Verde), Bruce Lee (Kato), Walter Brooke (fiscal de distrito Frank P. Scanlon), Wende Wagner (Lenore “Casey” Case), William Dozier (narrador)

Director: William Beaudine, Robert L. Friend & Seymour Robbie, Guión: Ken Pettus & otros, basados en el personaje radial creado por George W. Trendle & Fran Striker

Trama: El millonario Britt Reid, dueño del periódico El Centinela, se dedica a combatir el crimen durante las noches, utilizando la identidad secreta de el Avispón Verde. Acompañado por su fiel mayordomo Kato, el dúo de vigilantes enmascarados rastrea la ciudad y desmantela conspiraciones delictivas a bordo de su superpoderoso auto conocido como la Belleza Negra. Esta es la crónica de una serie de episodios en la vida de los vigilantes, que van desde el secuestro de un príncipe de medio oriente, una banda de ladrones que utiliza armas láser, la captura de una banda de narcotraficantes hasta la lucha contra un grupo de corruptos oficiales de la ley.

El Avispon Verde: La Furia del Dragon (1976) El Avispón Verde es otro héroe surgido de los seriales radiales de los años treinta. En 1936 George W. Trendle – quien ya había creado a otro vigilante enmascarado, el mítico Llanero Solitario (1933), ambientado en el lejano oeste – decidió reciclar la idea pero trasladándola a la época actual. Incluso Trendle se dio el lujo de relacionar a ambos personajes, convirtiendo al Avispón Verde en el nieto del Llanero Solitario, algo que generaría una montaña de problemas legales años más tarde cuando el autor decidiera licenciar sus superhéroes a editoriales diferentes (y lo que les impedía vincularlos por una cuestión de derechos). Al igual que el Llanero Solitario, el Avispón Verde tenía un compañero de raza (un detalle innovador para la época), algo que resultaría polémico cuando el serial radial se vió obligado a campear la Segunda Guerra Mundial y decidieron cambiarle la nacionalidad a Kato, pasando de ser japonés a coreano e incluso en algún momento lo hicieron filipino.

El personaje tuvo su suceso e incluso llegó a tener un par de seriales cinematográficos de la Universal en los años 40. Pero no sería sino hasta la década del 60 que William Dozier – que en ese entonces venía arrasando ratings con la serie televisiva Batman con Adam West – decidió probar suerte con un segundo superhéroe y terminó por revivir al Avispón Verde. Dozier respetó la mayoría de las características del personaje, agregando a un fiscal del distrito que actuaba de vínculo entre Britt Reid / el Avispón Verde y las fuerzas del orden, y que conocía la verdadera identidad del enmascarado (en el serial radial sólo su secretaria “Casey” Case sabía la verdad). Por el resto era una versión fiel a la mitología del héroe: vigilante enmascarado, dotado de gadgets de última generación, y que se ha hecho fama de genio criminal, algo que le permite entrar en un doble juego con los hampones, participando en sus golpes para terminar de desbaratarlos y entregarlos a la policía. Una cosa curiosa del personaje es que nunca le desarrollaron una historia de origen – simplemente existe per se -, y ello recién se resolvería con la aparición de su propio comic en la década del 90 (aunque lo que le escribieron no deja de ser otra maldita copia del setup de Batman, con otro millonario transformado en vigilante porque unos criminales mataron a su amigo fiscal, etc, etc).

La serie de Dozier no fué exactamente un éxito y apenas duró una temporada. Hay varios factores que atentaron contra las posibilidades de la tira, y tienen que ver con que intentaba ser un policial serio con ribetes fantásticos y desarrollado de manera ultra comprimida en capítulos auto conclusivos de media hora. Si uno le resta el tiempo para los comerciales, verá que los guionistas debían hacer maravillas para generar algo interesante en apenas 20 minutos. Como ello no ocurrió, los defectos de las historias saltan a la vista, algo que al menos el Batman de Adam West disfrazaba con su humor absurdo. La producción le puso mucha energía al proyecto, e incluso el protagonista Van Williams (que era un tipo muy hábil para los negocios, tenía fortuna y actuaba por hobby) metió una notable cantidad de cambios a la tira , incluyendo el darle muchísimo espacio al entonces ignoto Bruce Lee para que su luciera con sus fascinantes coreografías de artes marciales. Todo ello no alcanzó para que El Avispón Verde lograra obtener el visto bueno de una segunda temporada.

En lo personal la serie siempre me pareció algo sosa y con enormes problemas de formato. La seriedad de las historias – las cuales incluían algún que otro muerto, como para que no queden dudas del tono dramático de la tira – le jugaba en contra, especialmente para los fans de Batman que esperaban que El Avispón Verde fuera algo similar. En todo caso los mayores aportes de la serie han sido dar a luz otro a auto de culto – la Belleza Negra, diseñada por Dean Jeffries sobre la base de un Chrysler Imperial Crown, y que ha tenido sus seguidores a pesar de no ser tan popular como el Batimovil de George Barris -, y el presentar al mundo a Bruce Lee. El artista marcial seguiría una meteórica carrera y, con su muerte prematura en 1973 (a solo 8 años de la serie), entraría en el terreno de la leyenda.

Precisamente la muerte de Bruce Lee (en el momento justo en que arrasaba en medio planeta con su último filme Operación Dragón) despertaría una euforia post mortem por el actor, en donde productores de Hollywood y Hong Kong comenzarían a revisar frenéticamente sus archivos y terminarían armando demenciales proyectos a partir de cualquier fragmento de stock footage en donde figurara el artista marcial. Ya sea usando dobles, mezclando trozos de distintos filmes o reescribiendo películas enteras con un nuevo doblaje, la Leemanía invadiría el circuito de cines grindhouse de la década del 70, poblándolo con centenares de películas apócrifas de Bruce Lee (el astro hubiera precisado vivir varias vidas para rodar tantos filmes). Entre toda esa parva de productos exploitation, la elaboración de filmes a partir de capítulos de El Avispón Verde parecía tener toda la chapa de legitimidad. Para tener una idea del fenómeno, la serie había sido tan popular en Asia que la habían renombrado como El Show de Kato.

El Avispón Verde: La Furia del Dragón es el segundo filme armado con trozos de la serie (el primero data de 1974 y se llama El Avispón Verde a secas). Y, con una mano en el corazón, es un flaquísimo favor a los personajes. La canibalización de series televisivas no es algo nuevo para los norteamericanos – los Power Rangers usan fragmentos de tres series japonesas distintas; El Agente de CIPOL ha lanzado peliculas en base a capítulos dobles, añadiendo material filmado para la ocasión -, pero acá han metido con calzador cuatro episodios de la serie, y los han editado de la manera más aberrante posible. A los tipos que engendraron esto lo único que le interesaba era explotar el nombre de Bruce Lee – puesto bien grande en el poster del filme – pero luego se orinaron en cualquier otro tipo de consideración artística, sin hablar del respeto al público. Usted puede unir capítulos y disfrazarlos de alguna manera como una historia única – cortando, pegando, añadiendo narraciones -; o puede poner un capítulo tras otro y venderlo como un compilado, sin necesidad de hacer otro agregado (lo cual es poco inspirado pero al menos es honesto). Aquí decidieron tomar un rumbo intermedio: cortaron cosas, mezclaron historias, y agregaron gratuitamente todas las escenas de pelea que pudieron encontrar. Pongamos un ejemplo práctico:

  • el Avispón y Kato van en auto a una comisaría;
  • allí hay un sospechoso que el Avispón quiere interrogar, y el héroe deduce que va a ser una tarea algo complicada ya que el lugar está plagado de policías (lo cual es coherente con la función edilicia de las comisarías como lugares en donde residen los oficiales de la ley, y en donde yacen tanto los acusados de cometer crímenes como los culpables de sacar dados repetidos dos veces seguidas en Monopoly);
  • el editor de la película escucha “pelea!” “policías!”, y decide intercalar gratuitamente la primera escena de pelea que encuentre en donde estén el Avispón, Kato y una legión de policías agarrándose a las trompadas … aunque tenga lugar en un depósito, provenga de un capítulo completamente distinto, y no tenga que ver en lo más minimo con la historia en pantalla;
  • terminada la pelea, volvemos a la misma secuencia con el Avispón y Kato a bordo del auto (como si nada hubiera pasado!).
  • minutos más tarde llega la pelea real en la comisaría, la auténtica escena rodada para el capítulo que veníamos siguiendo.

Este tipo de atrocidades se sucede todo el tiempo. Si la historia ocurre en un muelle, los editores insertan a la fuerza todas las peleas que han habido en la serie y que tienen lugar en los muelles, aunque uno se rasque la cabeza preguntándose de dónde salieron todos esos hombres rana y qué cacso tienen que ver con el resto de la historia. Y a esto se suma que, en algunos casos, los tránsfugas responsables de este indigno celuloide se han creído creativos y han entrelazado dos capítulos de manera realmente mareante (Britt Reid va a entrar a una habitación, ocurre algo proveniente de otra historia – y quizás en otra parte de la ciudad, con el Avispón y Kato involucrados -, y quince minutos después recién termina de ingresar al cuarto).

El Avispón Verde: La Furia del Dragón es un engendro detestable. Si a usted le gusta el personaje, adquiera los capítulos sueltos de la serie, que son mucho mejor que este pastiche intragable. Uno podría cargar las tintas contra el director William Beaudine – responsable de atrocidades como Billy the Kid vs Drácula (1966) -, pero el tipo sólo dirigió algunos capítulos originales de la serie y ya estaba muerto para 1970, con lo cual un par de crápulas decidieron escudarse tras su nombre para cometer este sacrilegio. The Green Hornet no será el personaje más cool del mundo de los superhéroes, pero ni por asomo se merecía el bastardeo al que es sometido en esta producción abominable.

EL AVISPON VERDE

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