Crítica: Audrey Rose (1977)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1977: Marsha Mason (Janice Templeton), Anthony Hopkins (Elliot Hoover), John Beck (Bill Templeton), Susan Swift (Ivy Templeton), Norman Lloyd (Dr Steven Lipscomb), Philip Sterling (Juez Harmon Langley), Robert Walden (Brice Mack), John Hillerman (Scott Velie)

Director: Robert Wise, Guión: Frank De Felitta, basado en su propia novela

Trama: Los Templeton han descubierto que son seguidos por un extraño, especialmente en los lugares cercanos a la escuela a donde asiste su hija Ivy. Al confrontarlo, éste se presenta como Elliot Hoover, y empieza a explicarles que hace mucho tiempo perdió a su esposa y a su niña en un accidente de auto, y ahora se encuentra convencido de que Ivy Templeton es la reencarnación de su desaparecida hija Audrey Rose – Ivy nació en el mismo instante en que moría Audrey -. Los Templeton echan a Hoover y amenazan con acudir a la policía; sin embargo, Ivy comienza a tener pesadillas cada vez más violentas, las cuales se detienen cuando Hoover irrumpe en su casa y la llama por el nombre de Audrey. Pero las cosas entre Hoover y los Templeton se ponen cada vez más ríspidas, y el caso termina en tribunales. Allí Hoover expondrá su causa e intentará demostrar por todos los medios posibles que la niña Templeton es la reencarnación de su fallecida hija.

Audrey Rose Audrey Rose tuvo una gran repercusión en su momento, ya que venía con un tema nuevo como era la reencarnación, y apareció en una época en que estaba de moda el cine de horror con niños poseídos – arrancando con El Bebé de Rosemary (1968), y siguiendo por El Exorcista (1973) y La Profecía (1976) -. En sí no es un filme de terror sino un thriller con toques sobrenaturales. Al mando del filme estaba el veterano Robert Wise – autor de innumerables clásicos como El Día Que Paralizaron la Tierra (1951), The Haunting (1963), La Amenaza de Andromeda (1971), La Novicia Rebelde (1965), Viaje a las Estrellas: La Película (1979)… y la lista sigue -. Aún con Wise y el novelista Frank De Felitta (El Ente) a bordo, Audrey Rose no termina de cerrar demasiado. Es como si el autor hubiera estirado demasiado la novedad de la anécdota, volviéndola redundante y algo aburrida.

Posiblemente el atractivo del proyecto para Robert Wise tenga que ver con su formación en la escuela de Val Lewton. Lewton era un especialista en terror sicológico, prefiriendo sugerir a mostrar y dejando que la imaginación hiciera el resto. En sí, Audrey Rose es un filme eminentemente Lewtoniano – no hay monstruos ni asesinos, el suspenso pasa por los diálogos y lo sobrecogedor es toparse con una experiencia sobrenatural que supera nuestra capacidad de entendimiento -. Es posible que el autor De Felitta haya viajado a la India y se haya enamorado de sus creencias religiosas, porque al momento de transplantar la idea al papel termina por convertirse en un canto a la reencarnación. Entre las citas y la presencia de un maestro hindú (como testigo de la defensa), hay un esfuerzo acalorado porque el público compre la premisa.

Pero el problema es que el filme se la pasa dando círculos alrededor de la idea, y recién avanza sobre el final, con la escena de la regresión hipnótica. Incluso uno piensa de que el enfoque está mal encarado y que termina por arruinar todo el suspenso; en vez de que Anthony Hopkins revele toda su historia sobre la reencarnación a los 15 minutos del filme, hubiera sido preferible seguir un camino más tradicional; por ejemplo, de que la chica tuviera pesadillas, de que los Templeton la hipnotizaran, que allí hubiera mencionado pistas y de que la familia terminara por encontrar a Elliot Hoover para descubrir que Audrey Rose había reencarnado en su hija. Incluso, si yo hubiera escrito el guión, hubiera hecho de que las edades de Audrey Rose e Ivy Templeton fueran coincidentes. En cambio aquí Audrey Rose falleció a los cinco años, e Ivy Templeton ha sufrido pesadillas desde los seis, las que se han puesto peor desde que apareció Elliot Hoover en la historia. Si al menos Audrey Rose hubiera muerto a los once años, ahora veríamos que Ivy ha caído en una espiral porque se acerca la fecha de vencimiento de su alma.

Pero no fue así. Hopkins abre la boca, liquida todo el suspenso, y lo sigue es un tedioso conflicto familiar, más gente hablando de reencarnación, y todo desemboca en una drama tribunalicio que no resulta muy real. El segundo tercio es bastante denso y poco interesante, posiblemente porque el autor De Felitta pierde la perspectiva a favor de la idea que lo entusiasma – están juzgando a Anthony Hopkins por secuestro, no por una tutela compartida de su hija reencarnada -. Cuando por fin la historia avanza, se termina en diez minutos. Al menos De Felitta tiene la valentía de no mostrar un final feliz, pero no termina de ser satisfactorio.

Lo más destacable de Audrey Rose es la excelente performance de Susan Swift como la niña de marras. Su desempeño en la escena de la hipnosis es brillante. Pero por el resto, le falta una horneada. Uno no termina por entender las acciones de los adultos – es como si fuera un divorcio de tres personas peleando por la tutela de la chica, y sin importarle el daño que le pueden causar -. Y aún cuando tiene sus momentos y está la performance de Susan Swift, Audrey Rose no es ni apasionante ni sobrecogedora, ni siquiera muy entretenida. Está ok, es solvente pero queda a medio camino de explotar todas las posibilidades de la premisa.