Crítica: Attack on Titan (2015)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Japón, 2015: Haruma Miura (Eren), Kiko Mizuhara (Mikasa), Kanata Hongô (Armin), Satomi Ishihara (Hange)

Director: Shinji Higuchi, Guión: Tomohiro Machiyama & Yûsuke Watanabe, basados en el manga de Hajime Isayama

Trama: El futuro. La humanidad ha sido devastada por la aparición de una raza de gigantes humanoides – llamados los Titanes -, seres carentes de razón que devoran todo a su paso. Los sobrevivientes se las han apañado para construir una fortaleza – compuesta de tres gigantescos muros concéntricos en donde se agolpa la gente -, en donde han vivido en paz durante mas de 100 años sin sufrir ataque alguno. Eren, Mikasa y Armin son tres jóvenes que se conocen desde la niñez, y pertenecen a una generación que nunca ha visto a un titán en acción. Un día planean fugarse de la ciudad e ir a ver el mundo exterior, convencidos de que los titanes se han extinguido… pero, justo en ese momento, los muros exteriores sufren un ataque, colapsan y una horda de gigantes penetra el perímetro, arrasando todo a su paso y provocando una carnicería. En el ataque Mikasa es devorada, y Eren se sume en la mas profunda de las depresiones. Ahora han pasado dos años desde el ataque y el rezago de la raza humana – agolpada en el poco espacio fortificado que queda, enferma y famélica debido a la pérdida de los terrenos cultivables a manos de los gigantes – se prepara para una misión final y suicida: demoler parte del antiguo muro colpasado para cerrar la grieta y recuperar de a poco las tierras de sembradíos. Eren y Armin se unen a la guardia y se enlistan en la misión, sólo para descubrir que Mikasa sigue viva y ahora se ha convertido en una destructora de titanes; pero la chica es una oscura sombra de la alegre adolescente que había conocido, y se encuentra embarcada en una misión de destrucción total que ha minado su alma. La expedición parte y las expectativas de éxito son pocas… pero acontecimientos fuera de lo común comienzan a sorprender a los milicianos, hechos tan inesperados que pueden provocar un giro en la – hasta ahora – fútil guerra contra los titanes.

Attack on Titan Dependiendo de cómo se la maneje, una idea bizarra puede ser genial o monumentalmente estúpida. Algo de ello ocurre con Attack on Titan, la versión live action de un manga de culto que después tuvo su serie animada con resonante suceso. Hace un tiempo atrás había visto un fragmento del anime, y debo admitir que me resultó impresionante. La versión live action quizás no esté tan lograda, pero tiene su cuota de momentos que te queman el cerebro, imágenes que difícilmente uno pueda sacudirse de la cabeza en mucho tiempo. Lástima que, cuando los titanes no están en pantalla, el drama se transforma en un pastiche mal actuado y mal dirigido, sin mucha idea de a dónde apuntar. He aquí una historia que triunfa por lo estremecedor de su premisa y a pesar de las limitaciones del tipo que está a cargo de todo este circo.

No es difícil deducir de dónde vino la inspiración de Hajime Isayama para semejante idea; basta mirar las pinturas de Goya dedicadas a los titanes – especialmente la de Saturno devorando a uno de sus hijos (googléenlo para mas datos!) – para encontrar la fuente. Attack on Titan está plagada de imágenes similares, las que se alternan entre shockeantes y patéticas. Imaginen una horda de zombies gigantes manoteando personas, despedazándolas y devorándolas. En el animé, los bichos eran impresionantes – criaturas dotadas de mil dientes, gigantes descerebrados e implacables que arrasaban todo a su paso – pero, en la versión live action, hay momentos en que los monigotes bordean lo ridículo. Mientras que hay colosos deformes – con sus bocas destrozadas ya que se abren de cuajo para devorar algo -, hay otros que parecen una horda de jubilados con pancita y en bolas. Si el director Shinji Higuchi hubiera retenido el look demencialmente fantasmagórico que tenían los titanes en el comic, el filme sería un golazo de media cancha; pero acá da la impresión que el presupuesto era limitado (o que no pusieron mucho enfasis en el maquillaje), por lo cual los colosos se alternan entre demonios de pesadilla y gorditos fofos con cara de gil. Aún con todo eso, los ataques son brutales y estremecedores – gente gritando desde dentro de la boca de los gigantes; tipos desmembrados por una horda de titanes; o tipos atrapados en las azoteas de los edificios y esquivando decenas de manos gigantes que quieren agarrarte para devorarte -, empapados de un sadismo realmente inusual. Aún con todo, el filme es una pálida sombra del anime, en donde las muertes – de todo tipo y color, incluyendo matanza de niños, aplastamientos y desmembramientos en primerísimo plano – abundaban y empapaban de rojo todo el relato hasta volverlo en una agonía existencial casi insoportable.

Mientras que los titanes se roban la atención de la platea, el gran problema de Attack on Titan son los pésimos mecanismos dramáticos que maneja el libreto. Se nota que el director Higuchi viene del rubro de los efectos especiales – participó en los FX de la saga Gamera de los años 90, y ahora quedaría a cargo del reboot japonés de Godzilla, preparado para el 2016 – y pone todo su empeño en la acción, pero no es muy bueno dirigiendo actores y creando climas. Ciertamente no es un futuro muy creíble que digamos – la tecnología se extinguió, los humanos arrasaron la Tierra con bombas pero, como los titanes se regeneran, no pudieron vencerlos… aunque ahora descubrieron que pueden matarlos reventándoles la nuca con un par de sablazos (no se podía hacer lo mismo con un par de misiles aire – tierra lanzados desde un helicóptero??); la gente los combate usando un equipo de arpones y cuerdas, lo cual te convierte en un Spiderman instantáneo que puede volar entre gigantes y edificios; tampoco se explica cómo estos tipos tuvieron tiempo de levantar tres muros concéntricos gigantescos y construir ciudades ahí adentro cuando los bichos arrasaban de manera imparable al resto del planeta – pero, si uno compra la premisa, verá que es un escenario oscuro y deprimente. La gente enfrentada a su extinción, carente de tecnología, utilizando suministros de rezago (explosivos, armas, combustible, etc que quedan de la época en donde aún existía la civilización) y acosada por una amenaza que parece interminable. La macana con esto es que, sobre el final del filme, se muestra que no es excesivamente difícil vencer a los titanes. Digo yo: ¿no podrían haber hecho eso mucho antes, cuando existían muchas mas personas sobre el planeta?.

Los mecanismos dramáticos rayan en lo mediocre. Hay uno que bardea al protagonista todo el tiempo y por lo cual se la pasan peleando a puñetazo limpio; hay una chica que devora puré de papa y le tira los galgos al héroe; el héroe en si no es muy interesante que digamos (por lo menos hasta que el libreto le asigna la gran revelación y se transforma en una criatura de aspecto demoníaco); el amigo sólo existe para gritar el nombre del héroe cuando las papas queman; y quizás el caracter mas atractivo es el de Mikasa – la chica cuasi devorada por un gigante, una superviviente devenida en destructora de titanes -, lástima que su historia está criminalmente desperdiciada. Lo único que hace esta gente es fanfarronear y poner cara de apesadumbrado. Por suerte las charlas duran poco ya que los titanes andan por ahí todo el tiempo (como la aterradora incursión a un edificio en donde creen escuchar un bebé abandonado… y resulta ser una cría de gigante, la que se le viene al pique para devorarlos), y se las apañan para condimentar el relato.

Aún siendo una bolsa de gatos, El Ataque de los Titanes se da maña para impresionar. Los americanos tienen una expresión: fuck your mind (te viola el cerebro). El filme de Shinji Higuchi no será una obra maestra pero crea imágenes que te estremecen de manera profunda, algo que es menos mérito del director que del manga de Hajime Isayama, el cual tenía un sentido de la urgencia que la cinta lamentablemente carece, y de lo cual sólo obtenemos una visión superficial.

EL ATAQUE DE LOS TITANES

Attack on Titan (2015) – Attack on Titan, Part 2 (2015)