Crítica: Atlantida, el Continente Perdido (1961)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1961: Anthony Hall (Dimitrius), Joyce Taylor (Antilea), John Dall (Zaren), Edward Platt (Azor), Frank De Kova (Sonoy), Jay Novello (Xandros), Edgar Stehli (rey Kronos)

Director: George Pal, Guión: Daniel Mainwaring, basado en la obra Atlanta – A Story of Atlantis de Sir Gerald Hargreaves

Trama: El joven pescador griego Dimitrius rescata en alta mar a una joven que flota a la deriva. La misma se identifica como Antilea y dice ser la princesa del reino más poderoso de la Tierra. De regreso en Grecia, la altivez de Antilea choca con la modestia de las costumbres de la familia de Dimitrius. Decidida a regresar a su tierra natal, Antilea se escapa a la madrugada de la casa del joven para tomar su barco, pero Dimitrius – enamorado de ella – la descubre y decide acompañarla. Y llegan más allá de las columnas de Hércules hasta dar con la Atlántida, un reino que posee enormes avances científicos y militares. Pero al llegar a tierra, Dimitrius descubrirá que los atlantes están planeando utilizar su supremacía tecnológica para lanzarse a la conquista del mundo. Y ahora solo él puede intentar detenerlos.

Atlantida, el Continente Perdido Este es el siguiente film en la carrera de George Pal después de la clásica La Máquina del Tiempo. En su momento Pal era el showman por excelencia de Hollywood – su época de oro comenzó con La Guerra de los Mundos en 1953 -; pero en los sesenta Pal decidió pasar de productor a director y sus obras resultaron cada vez más inconsistentes y con menor llegada al público. Para finales de la década prácticamente había desaparecido de las carteleras y sólo tendría un tibio regreso con Doc Savage, el Hombre de Bronce en 1975. Ese sería su último film.

Atlántida, el Continente Perdido tiene los problemas típicos de las películas de George Pal. Personajes mal definidos, momentos de diálogo risible, formidables efectos especiales, nivel científico propio de una historieta. E incluso suma otro tipo de errores; tal como en Cuando Ruge la Marabunta, el guión resulta pésimo hasta que se llega al núcleo de la historia original sobre la cual se basa el script. La primera mitad de Atlántida, el Continente Perdido es terrible: la princesa Antilea es un personaje realmente molesto, manipulador y autoritario, que cambia de humor de un segundo para el otro. Para colmo Anthony Hall (en realidad Sal Ponti, un escritor de canciones que estaba probando suerte en Hollywood) se ve demasiado niño en comparación a Joyce Taylor. Tampoco se comprende qué le ve Dimitrius a Antilea, salvo el hecho que tiene sus hormonas en plena ebullición.

Con una mala química entre los protagonistas y soportando los caprichos de la princesa, la película llega gateando hasta el momento que ambos llegan a la Atlántida, que es donde el filme se redime un poco. Es ciertamente una fantasía propia de Erich Von Daniken, con submarinos arcaicos, rayos láser y científicos experimentando con el cruce de razas animales con la humana (al estilo de La Isla del Dr. Moreau). Pero todo eso es presentado sin demasiada convicción, e incluso de manera algo descolgada con el resto del relato – los hibridos humanos no tienen otro propósito más que dar una nota de color a la historia -. El tema es que George Pal se encuentra más interesado en mostrar maquetas y efectos especiales (de los cuales unos cuantos han sido tomados del stock footage de Quo Vadis?) que en darle alguna carnadura a los personajes y más coherencia a la historia. Algunas escenas son realmente penosas, como el desafío mortal en la arena (al estilo del circo romano) que debe enfrentar Dimitrius.

El punto es que, con Pal obsesionado con los FX, se distrae de la verdadera razón de ser del relato. En definitiva esta es una historia épica, en donde el muchacho termina por transformarse en un líder de masas y salva al mundo de la amenaza. De ser esclavo a comandar la revolución es sin dudas un aspecto interesante, pero está ejecutado de una manera muy pobre. Mientras tanto Antilea cambia de humor todo el tiempo, con lo cual uno se pregunta qué le ve Dimitrius para rescatarla y no dejarla hundiéndose con su padre y el resto del continente.

Hay un tufillo en todo el relato que hace pensar en los filmes de sci fi de los años 50. La Atlántida está condenada porque ha avanzado tecnológicamente de manera soberbia (y casi blasfema), sobrepasando los limites razonables de la ciencia. También está el mensaje pro cristiano propio de los filmes de Pal; los atlantes son castigados por ser una raza de paganos. Eso se aprecia especialmente en el personaje de Edward Platt (el jefe del Superagente 86!), quien hace de sumo sacerdote decidido a asumir las consecuencias de las violaciones al equilibrio de la naturaleza que ha hecho su raza.

A final de cuentas, uno no puede dejar de ser piadoso con Atlántida, el Continente Perdido y termina por darle una calificación de aceptable. A Pal no le interesa desarrollar los potenciales de la historia; simplemente quiere relatarla de manera colorida y medianamente entretenida, como espectáculo de matineé. Al final lo logra, a pesar de una enorme cantidad de inconsistencias, simplemente porque mezcla tantos detalles originales que – en su variedad – terminan por entretener.

GEORGE PAL

Algunas de las producciones de George Pal comentadas en este portal: Destino: La Luna (1950) – Cuando los Mundos Chocan (1951) – La Guerra de los Mundos (1953) – Marabunta (1954) – La Conquista del Espacio (1955) – La Máquina del Tiempo (1960) – Atlantida, el Continente Perdido (1961) – El Poder (1968) – Doc Savage, el Hombre de Bronce (1975)