Crítica: El Ataque de los Muertos Sin Ojos (1973)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorEspaña, 1973: Tony Kendall (Jack Marlowe), Fernando Sancho (alcalde Duncan), Esperanza Roy (Vivian), Frank Braña (Howard), José Canalejas (Murdo)

Director: Amando De Ossorio, Guión: Amando De Ossorio

Trama: En un pequeño pueblo español se celebra la festividad local sobre la quema de brujos realizada hace 500 años. En aquella ocasión un grupo de caballeros templarios fue linchado por el pueblo ya que cometía actos de brujería y sacrificios humanos, y sus ojos fueron calcinados para que sus almas no vieran el camino de regreso. Pero antes de morir juraron regresar de la muerte y vengarse de los pobladores. En la época actual, uno de ellos decide revivirlos, cometiendo un sacrificio humano y vertiendo sangre sobre sus tumbas. Ahora los templarios han regresado; y montando en sus caballos fantasmales, irrumpen en la fiesta generando una masacre. Un técnico en pirotecnia, su amante, el alcalde y un grupo de ayudantes termina refugiándose en la iglesia local. Pero es cuestión de tiempo antes que los muertos vivientes logren traspasar las frágiles defensas montadas por los supervivientes.

El Ataque de los Muertos sin Ojos El Ataque de los Muertos Sin Ojos es la primera de las secuelas de La Noche del Terror CIego. Es una saga que le daría fama a Amando de Ossorio dentro del cine fantástico español. Con la premisa de los zombies templarios, Ossorio se despacharía con dos títulos más: El Buque Maldito (1974) y La Noche de las Gaviotas (1975).

Aquí está presente la misma idea, sólo que reimaginada con algunos matices. Los templarios son linchados y sus ojos calcinados en vez de ser crucificados y sus ojos devorados por gaviotas tal como rezaba el primer filme. Incluso las reglas del comportamiento de los zombies no están tan claras – antes cazaban guiándose por el sonido; ahora se manejan como si tuvieran efectivamente ojos -, pero eso es lo de menos. El resultado final termina siendo mucho más efectivo que en la película anterior.

Sinceramente uno piensa en todo lo que podría haber hecho Ossorio con un presupuesto mejor (o al menos potable). El tipo tiene talento. El clima de toda la película es muy bueno, con situaciones de tensión realmente bien hechas. Lo que empaña todo esto son algunas pifias menores del libreto y los valores de producción que valen dos mangos. Cuando los templarios resucitan, hay un reciclamiento generalizado de tomas de La Noche del Terror Ciego; la calidad de la fotografía es muy dispar – se supone que todo ocurre al atardecer de un día, pero hay tomas que parecen hechas a pleno mediodía, otras con filtros azules de distinta intensidad, etc -; e incluso hay momentos en que los zombies son incinerados y se nota que son patéticos maniquíes. El presupuesto del parque automotor de la película se reduce a una citroneta y una motoneta. Una lágrima, mire usted.

Pero lo que compensa de sobra a la película es la buena mano de Ossorio para manejar el cast y las escenas. Aquí hay un troupe de habitués del spaghetti western (y otros géneros europeos) como el tano Tony Kendall y el español Fernando Sancho (que se había aburrido de hacer fascinerosos mexicanos en westerns italianos), que están ok. Los diálogos están buenos. Y las cosas se ponen mejor cuando los templarios entran a la fiesta – montando en sus caballos muertos, al estilo de los Nazgul de El Señor de los Anillos -, masacrando a todo el mundo con sus espadas. Cuando los supervivientes se refugian en la iglesia, la tensión se mantiene, especialmente cuando en una increíble escena el retorcido alcalde manda a una nenita en medio de los zombies (como si fuera una carnada humana) mientras él intenta agarrar la citroneta. Es un producto exploitation notablemente bien dirigido.

El otro aspecto que desluce un poco al filme es la historia de relleno, con Tony Kendall soplándole a la novia del alcalde, siendo perseguido por sus secuaces y terminando todos aliados al momento que los zombies los sitian en la iglesia. A esto se suma otras decisiones dramáticas poco felices como incluír al jorobado del pueblo (quien termina de resucitar a los templarios), y al jefe de la comuna que se toma para la joda los llamados de auxilio de Fernando Sancho – un comic relief fuera de lugar -. Si la iglesia tiene teléfono, ¿por qué no llaman a otra persona para pedir ayuda?.

Aún con su puesta en escena muy barata, sus pobres efectos especiales y sus detalles menores, El Ataque de los Muertos Sin Ojos es terror de buena calidad. Ossorio ha ganado maestría para hacer la situación creíble y generar escenas de gran tensión. Es una lástima que los productores no hubieran aflojado unos mangos más para pulir la factura final, lo que hubiera resultado en un sólido clásico.

LA SAGA DE LOS ZOMBIES TEMPLARIOS DE AMANDO DE OSSORIO

La Noche del Terror CIego (1971) – El Ataque de los Muertos Sin Ojos (1973) – El Buque Maldito (1974) – La Noche de las Gaviotas (1975)