Crítica: La Nueva Arma del Reich (S.S. Doomtrooper) (2006)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2006: Corin Nemec (capitan Malloy), James Pomichter (soldado Parker Lewis), Marianne Filali (Mariette Martinet), Ben Cross (profesor Ullman), Kirk B.R. Woller (teniente Reinhardt), Harry Van Gorkum (sargento Digger)

Director: David Flores, Guión: Berkeley Anderson, Musica – Jamie Christopherson

Trama: Segunda Guerra Mundial. Los aliados han detectado un laboratorio secreto nazi en la Francia ocupada, en donde estarían desarrollando experimentos con energía atómica. El capitán Malloy es puesto al mando de la misión y recluta a un grupo de convictos, a cambio de conmutar su pena en prisión. El grupo comando llega con diversos contratiempos cerca del fuerte, pero las fuerzas alemanas han detectado sus movimientos y despliegan el resultado de sus pruebas nucleares: un super soldado monstruoso que es virtualmente imparable. Malloy y sus muchachos deberán sumar, a las dificultades naturales de ingresar a la ultra custodiada fortaleza nazi para poder volarla, el tener que enfrentarse y encontrar una manera de destruir a la super criatura nazi.

SS Doomtrooper S.S. Doomtrooper es otro de los engendros directos para la TV producidos por The Sci Fi Channel. Entre el 2005 y el 2007 comenzaron a disparar toda una saga de telefilmes basados en monstruos y criaturas mitológicas, cuyo común denominador ha sido su bajísima calidad: efectos especiales terribles, malas actuaciones, pésimos directores y guiones clase Z. Al menos, de lo poco que uno ha visto de esa tanda, S.S. Doomtrooper es un producto relativamente digerible; comparado con el otro aborto que reseñaramos hace poco, El Reino de las Gárgolas, esto es Shakespeare.

S.S. Doomtrooper no tiene la más mínima intención de ocultar que está reciclando virtualmente todo el argumento (amén de decorados y uniformes) de El Reino de las Gargolas; otra vez soldados en la Segunda Guerra, un castillo nazi para volar, la resistencia francesa metida, otro bicho sobrenatural que hace de las suyas por ahí, etc, etc. En vez de una gárgola ahora tenemos a un super soldado mutante, híbrido entre el increíble Hulk y el personaje de Nemesis de Resident Evil 2: Apocalipsis. La criatura es una masa de musculos protegido con un taparrabos y un casquito, que tiene adosado una super ametralladora, y resulta virtualmente indestructible: ni las balas, el fuego, las granadas o toneladas de escombros pueden hacerle pupa. Mal día para ser soldado aliado…

Es imposible analizar seriamente el guión sin echarse a reír. Uno no tiene problemas con ver a los G.I. Joe vs el super asesino mutante nazi (que suena a buena idea, aunque sea para hacer una película en tono de comic que uno pueda ver un sábado a la tarde y con un par de cervezas encima); el problema es que el libretista es tremendamente vago y se dedica a robar ideas de 10 o 15 filmes (y otras fuentes), y que no sabe cómo mezclarlas sino que las utiliza para hacer tiempo. Por ejemplo se birla la idea de los soldados convictos de The Dirty Dozen (1967), pero después transforma a esos presidiarios en colegialas con buena conducta. Tenemos al capitán inteligente, al inglés carismático y duro que pone la cuota de humor, y a los elegidos de la misión, que poseen más habilidades juntas que Los 4 Fantásticos; pero cuando caen tras líneas enemigas, empiezan a caer como moscas frente al fuego de los nazis. También está el clásico científico loco, pero tiene tan poco tiempo en pantalla que no logra dar discursos pomposos ni cometer demasiados desmanes. Todo parece ser un guión escrito en dos días y de una sola vez.

Lo que logra redimir un poco a S.S. Doomtrooper es que, a diferencia de El Reino de las Gargolas, no se toma muy en serio a sí mismo. Aquí está Corin Nemec que aporta simpatía y, como chiste interno, uno de los soldados se llama Parker Lewis, como el personaje que Nemec interpretó en la serie del mismo nombre entre 1990 y 1993. Harry Van Gorkum hace del sordo especialista en explosivos, lo que da lugar a un par de secuencias graciosas. Y el profesor loco es Ben Cross, absolutamente desperdiciado y en un papel para el olvido. En cuanto a la dirección, David Flores es un poco mejor que Ayton Davis (de El Reino de las Gargolas) y al menos no se despacha con ridículas secuencias de acción. Lo que pasa en pantalla es bastante aceptable hasta que aparece el mamotreto de la criatura, un CGI de la peor calidad; pero por lo menos el libreto tiene la decencia de no intentar darle un paupérrimo desarrollo dramático a los personajes, sino que se restringe a la historia.

Para un día que no haya nada bueno en la TV, S.S. Doomtrooper se deja ver. Es Los Doce del Patíbulo van al castillo Wolfenstein. El film calza perfecto como una adaptación no oficial de dicho videojuego. Lamentablemente sobre el final lo que venía atado con alambre termina por deshilacharse, y el clímax es absurdo; pero mientras tanto entretiene, aunque no de gran forma.