Crítica: Arenas Rojas (Red Sands) (2009)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2009: Shane West (Jeff Keller), Leonard Roberts (Marcus Howston), Aldis Hodge (Trevor Anderson), Callum Blue (Gregory Wilcox), Brendan Miller (Chard Davies), Theo Rossi (Tino Hull), Noel Gugliemi (Jorge Wardell)

Director: Alex Turner, Guión: Simon Barrett

Trama: Escenario: la guerra contra el terrorismo en Afganistan. Jeff Keller es el miembro de un grupo de tareas del ejército norteamericano, al cual se le ha asignado la misión de custodiar un cruce en el desierto. Pero en ruta hacia su destino final, el grupo se topa con la estatua escondida de una extraña deidad – a lo que el traductor del equipo les explica que se trata de un Djinn, un demonio hecho de fuego cuyo espíritu ha sido capturado dentro de la estatua -. Pero el tirador del grupo se lo toma para la broma y destruye la figura a balazos. Ahora que han llegado a su punto de observación – una semiderruída casa -, resultan aislados por una enorme tormenta de arena. En mitad de ella se les presenta una mujer afgana, a la cual terminan de apresar ya que creen que es una colaboradora del terrorismo. Pero con la llegada de la mujer, numerosos y extraños incidentes comienzan a sucederse, con lo cual llegan a la conclusión que se han topado con algo sobrenatural.

Arenas Rojas Arenas Rojas es el segundo largometraje de Alex Turner, un director de comerciales que había logrado cierto suceso con su primer corto Chuck (el que terminaría por ganar el premio Rod Serling en el 2001, además de ser emitido por el Sci Fi Channel). Esto le abriría las puertas para rodar su primer largo Dead Birds (2004), el cual trata de una historia sobrenatural ambientada en la Guerra de Secesión Norteamericana. Pero Turner tardaría 5 años en poder rodar su siguiente filme; y Arenas Rojas pudo concretarse gracias al aporte como productor de Shane West, un actor secundario que viene logrando cierta exposicion desde su aparición en La Liga Extraordinaria (2003).

Arenas Rojas es uno de esos títulos anónimos que uno agarra en el videoclub cuando no hay nada mejor, y termina llevándose una agradable sorpresa. Es un filme ejemplar por muchas razones; primero, porque la premisa – que es un buen argumento de venta para figurar en la tapa del DVD – está realizada de manera impecable; y segundo, porque con dos pesos logra crear una película intensa y cargada de momentos shockeantes. Alex Turner no será Hitchcock (o siquiera un aprendiz avanzado de Takashi Miike), pero es un nombre para seguir y estar atento de sus próximas peliculas.

Aquí la historia es simple, lineal y está armada de modo muy inteligente. Un grupo de soldados debe custodiar un cruce de rutas en el desierto, pero en el camino se topan con una estatua. El traductor les explica de que está oculta ya que los talibanes aborrecen las representaciones humanas; y que posiblemente se trate de un Djinn – un demonio hecho de fuego sin humo, que figura en el mitología musulmán – el cual ha sido atrapado dentro de la estatua. Si les suena el nombre de Djinn es porque el mismo concepto ya ha aparecido en otros filmes como Wishmaster; y en una visión sanitizada, es el equivalente del genio de las leyendas árabes de Las Mil y Una Noches.

Hay muchas cosas que me han gustado de Arenas Rojas. Una es la simpleza del concepto y la otra son los adornos que se le han puesto. No sólo los soldados hablan como soldados, sino que dan tips de cosas que ocurren en una guerra real – los cadáveres que encuentran calcinados por bombardeos de fosforo blanco; la relación de los marines con las mujeres musulmanes de los territorios ocupados -, lo cual le da credibilidad a la trama. Lo otro es el formidable escenario elegido – no sólo por lo atmosférico, sino porque se puede hacer de manera brillante con dos mangos; siete tipos vestidos de soldados, un Humvee y una casa en el desierto -, que es un protagonista prevalente de la historia. Ver esos kilómetros y kilómetros de tierra árida, cubierta por nubes y la casita aislada en el medio es simplemente impresionante. Y las cosas se ponen aún mejor cuando la chica afgana se les aparece en medio de la noche y en mitad de una tormenta de arena.

Más que una película sobre demonios ancestrales, Arenas Rojas funciona en realidad como un filme de fantasmas. Hay escenas en que uno ve a los protagonistas en primer plano, y por el rabillo del ojo percibe que algo “raro” cruzó por el fondo. O cuando los soldados investigan a la noche, iluminados sólo con sus linternas y que – entre un pase y otro del haz de luz -, se divisa que algo fantasmagórico está en las sombras. A esto se agrega que a medida que se acerca el final, el director Turner pasa a una modalidad Blair Witch: la cámara ahora se posa en primera persona como si fuera uno de los marines viendo por su mira telescópica infrarroja, aumentando la intensidad de la experiencia … hasta que algo monstruoso se le cruza en el lente.

Arenas Rojas es ciertamente rutina, no rompe ningún esquema ni desarrolla nada demasiado novedoso, pero es una película sólida e intensa. En el género de fantasmas deben haber títulos más terroríficos, pero últimamente el cine de horror viene tan malo y flojo que Arenas Rojas es una excepción que merece aplaudirse. Y desde ya, se las recomiendo para el fin de semana.