Crítica: Apolo 18 (Apollo 18) (2011)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2011: Lloyd Owen (comandante Nathan “Nate” Walker), Warren Christie (capitán Benjamin “Ben” Anderson), Ryan Robbins (coronel John Grey)

Director: Gonzalo López-Gallego, Guión: Brian Miller

Trama: La exploración de la Luna por parte de Estados Unidos no concluyó con la misión Apolo 17. En efecto hubo una misión más, totalmente secreta y envuelta en el completo misterio. Videos recientemente descubiertos atestiguan que la misión Apolo 18 – que tenía por objetivo instalar sensores de movimiento en superficie selenita, destinados a alertar sobre cualquier desembarco soviético en la Luna con fines militares – sufrió un terrible final cuando las cosas se salieron de control. Y es que el módulo espacial norteamericano comenzó a sufrir ataques – por parte de fuerzas desconocidas – ni bien pisó suelo lunar.

Apolo 18 Con El Proyecto Blair Witch se pusieron de moda los falsos documentales. Esas mentiras grandes como una casa, en donde se presenta material falso como “videos descubiertos a último momento y que documentan algo totalmente fuera de lo común”. Para mí, ese chiste tiene gracia si está armado por alguien con dos dedos de frente. En el caso de Blair Witch, era la sensación de inmersión en lo que ocurría en escena, ya que había un palurdo (perteneciente al grupo de protagonistas) que filmaba todo el tiempo, aún cuando la amenaza de turno estuviera por devorárselo. Con ese modelo siguieron otros filmes, reemplazando a brujas por monstruos mutantes del espacio (Cloverfield) u hordas de zombies que dominaban el planeta (Diary of the Dead). Y en el 2007 apareció Actividad Paranormal, que reemplazó al nardo que filmaba todo el tiempo por una serie de cámaras de vigilancia, dispuestas en el interior de una casa embrujada. Aún así, el estilo de “cámara testigo” seguía siendo eficiente porque la pasividad y el silencio que brindaban las cámaras de Actividad Paranormal terminaban por producir sus buenos sobresaltos cuando algo salía de la nada luego de 30 segundos de contemplar la escena mientras uno contenía la respiración.

Apolo 18 es la última película de terror en intentar subirse a ese carro. Intenta ser una especie de Actividad Paranormal en el espacio, ya que tenemos a otro idiota rodando todo el tiempo – en este caso, uno de los astronautas – y hay una parva de cámaras dispuestas por el interior y el exterior del módulo lunar. Hay una cuidadísima reconstrucción de época, y las filmaciones se ven como si dataran de mediados de los setenta. Pero ¿saben qué?. Nada de semejante mise en scene funciona como debiera.

Ciertamente el escenario que plantea Apolo 18 es fascinante – imaginen estar solitos en medio del desierto lunar, y que algo desconocido empiece a golpearles la puerta -, pero la puesta en escena es errónea. Es recargada. Es distrayente. Cuando pienso en la impresionante desolación de la superficie lunar me acuerdo de 2001, Odisea del Espacio, o de la reciente Moon. Es más: el filme de culto de Duncan Jones plasmaba mucho mejor el clima de paranoia que transmite la aridez de semejante geografía. Acá no sólo hay demasiados cortes de planos que duran tres segundos – vemos la cámara del astronauta, una cámara externa al módulo lunar, otra cámara externa, una cámara dentro de la cápsula, otra en el baño, etc – sino que, por el esfuerzo de reconstrucción de época, todo se ve como un video VHS borroso. Algo se mueve al lado de la bandera estadounidense clavada en suelo selenita, pero la imagen es tan turbia que resulta imposible adivinar de qué se trata.

En ese sentido, Apolo 18 se hubiera beneficiado mucho más con un enfoque tradicional (cámara en tercera persona) en vez de ser Blair Witch en el espacio. No sólo el director no logra crear el clima necesario de tensión y horror sino que, cuando vienen los supuestos momentos de shock… no shockean a nadie. Ok, también es cierto que la trama no ayuda ya que es predecible – esta gente llega en misión secreta a la Luna para instalar unos aparatos medidores pero a) empiezan a desaparecerle cosas b) encuentran una misión lunar soviética completamente diezmada por algo desconocido c) su propia nave es atacada por algo inesperado d) un miembro del grupo es infectado por algo extraño -, y parece un rejunte de cosas, que van desde Alien hasta El Enigma del Otro Mundo (la exploración del módulo soviético abandonado parece calcada de la investigación de la base noruega del clásico de John Carpenter).

Resulta increíble que un filme realmente corto – 86 minutos – y con una premisa tan clara la pifie en gran forma. Y si bien no es completamente original, Apolo 18 podría haber sido rutina bien hecha. Hasta uno podría haberle perdonado la vida… hasta que llega la revelación final de qué (o quién) los está atacando, y ahí es cuando Apolo 18 decide lanzarse por el precipicio. Oh, Dios: ¿no se les podría haber ocurrido algo mejor?.

Apolo 18 no es un filme terrible, pero tampoco es uno bueno. No asusta, es rutinaria, el estilo “testimonial” es distrayente, y el alien malvado de turno es ridículo. Todo esto podría haberse mejorado bastante si la hubieran rodado de manera standard, pero quisieron hacerse los graciosos y el tiro le salió por la culata. A lo sumo es un filme típico de cable, al cual decidieron estrenarlo en cine para ver si recaudaban un poco más con los inocentes que pasaban por la puerta de la sala, se engancharon con el afiche y decidieron entrar.