Crítica: La Amenaza de Andrómeda (2008) (The Andromeda Strain)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2008, miniserie: Benjamin Bratt (Dr Jeremy Stone), Eric McCormack (Jack Nash), Christa Miller (Dr Angela Noyce), Ricky Schroder (Dr Bill Keene), Andre Braugher (General George W. Manchek), Daniel Dae Kim (Dr Tsi Chou), Viola Davis (Dr Charlene Barton), Ted Whittall (Presidente William Scott)

Director: Mikael Salomon, Guión: Robert Schenkkan, basado en la novela homónima de Michael Crichton

Trama: Un satélite cae a tierra y colisiona cerca del pueblo de Piedmont en Utah. Dos adolescentes lo recogen y se lo llevan a su casa para figurar como celebridades locales, pero inmediatamente algo comienza a propagarse desde el aparato, lo que provoca la muerte de todos los pobladores. Los militares tienden un cerco alrededor del pueblo y un grupo de contingencias biológicas – llamado Wildfire y compuesto por cuatro científicos de renombre – recoge tanto al satélite como a dos milagrosos supervivientes de la epidemia desconocida – un anciano borracho y un bebé -. El dispositivo es llevado a una instalación subterránea para sus análisis, donde demuestra que ha sido infectado con un virus de origen alienígena, al cual denominan Andrómeda. Pero Andrómeda empieza a crecer y a mutar, contagiando personas, vegetales y animales; y para colmo, la detonación de una bomba atómica – para desinfectar la zona – solo termina por propagarlo en proporciones más allá de lo manejable. Ahora el grupo de científicos de Wildfire deberá encontrar una respuesta para detener a Andrómeda antes de que se disemine y arrase toda la costa oeste de Estados Unidos.

La Amenaza de Andrómeda (2008) La Amenaza de Andrómeda está basada en la novela de Michael Crichton, el autor de Jurassic Park. El libro ya había sido llevado al cine en una impecable adaptación de Robert Wise en 1971, la que generaría la primera oleada de furor con las obras de Crichton en los años 70 (años después el autor tendría un revival con el filme de Steven Spielberg sobre el parque de dinosaurios). Ahora llega esta miniserie de TV, producida por Ridley y Tony Scott; pero lo cierto es que el resultado final se aleja mucho de la historia original y las nuevas ideas que incluye van de lo bizarro a lo terrible.

Durante la primera mitad de La Amenaza de Andrómeda, la miniserie sigue con bastante fidelidad al libro y al filme de 1971. Pero uno ya empieza a notar ciertos agregados molestos – una enorme cantidad de personajes nuevos y de relleno; viñetas de las vidas personales de los científicos que duran dos segundos, no sirven para humanizarlos y caen en el gastado cliché (hombres divorciados dedicados al trabajo y distantes de su familia); políticos abocados a su reelección; militares cuestionados; hombres de negro y ambiente de conspiración gubernamental -. A esto se suma lo nuevo, que es la inclusión de un periodista, un secretario de inteligencia conspirador, y toda una subtrama idiota sobre la explotación de recursos minerales en el fondo del océano. Son demasiados personajes mal desarrollados y demasiadas subtramas gastadas que terminan por distraer la atención de lo que es la historia principal – el descubrimiento del virus alienígena mutante y su amenaza para la humanidad -.

Mientras la miniserie se ciñe a lo que ocurre en el laboratorio, La Amenaza de Andrómeda resulta pasable. Pero uno empieza a percatarse que el director Mikael Salomon no es Robert Wise cuando empieza a arruinar los momentos de tensión que la historia original y el filme de 1971 tenían. Mientras que en la película de Wise, el descubrimiento de la capacidad de crecimiento y mutación del virus era inquietante, aquí la misma escena es vista en un monitor de computadora y dura dos segundos, montada sin demasiado talento. La Amenaza de Andrómeda 1971 funcionaba como una historia de detectives científicos, pero aquí toda la elaboración de teorías y pruebas es vomitada casi con desprecio – las pruebas de la infección del virus en los animales está hecha con suspenso cero; la información que brindan los personajes es escupida rápido y sin prestar atención a si el espectador la ha asimilado -. Los diálogos son prácticamente los mismos que en 1971, pero la puesta en escena es radicalmente diferente – es como si Salomon no le interesara el proceso investigativo y quisiera pasar de apuro la charlatanería científica para llegar a las escenas de acción que el nuevo guión ha incluído -.

Al final de la primera mitad, el libreto de la miniserie definitivamente se aleja del original. Mientras que en la película de 1971 la desinfección con una bomba atómica era detenida en pleno vuelo, aquí se produce la explosión nuclear de manera accidental, lo que contribuye a que Andrómeda se propague. Y en la segunda mitad, la miniserie se desbarranca realmente muy mal. Hay algunas ideas realmente atrevidas – de que el virus es en realidad un organismo inteligente y autoadaptable a las amenazas; que puede comunicarse a la distancia con otras nubes virales para darle órdenes de mutar -, y otras que en su inmensa mayoría son deleznables. Desde que el virus puede provocar la locura y los suicidios colectivos, de que Andrómeda proviene del futuro y vino a través de un agujero de gusano en el espacio, hasta que viajó en un contenedor manufacturado por alguna civilización y que trae la receta de cómo combatirlo en su superficie. No ayuda en nada la subtrama del periodista, que podía haberse podado y no contribuye en absoluto a la historia, amén de los conspiradores idiotas de turno. Y sobre el final, ni siquiera el libreto respeta sus propias reglas – cuando va la flota de helicópteros sobrevolando para desinfectar las zonas, ¿por qué no se desintegran del mismo modo que sucedió con el avión que cargaba la bomba atómica? -. Para colmo, si el guión actual había decidido modificar la historia – en 1971, el virus estaba contenido en el laboratorio y sólo se liberaba dentro de él; en el 2008, es una amenaza extendida que depreda praderas y ciudades -, no había ninguna necesidad de reciclar el final de la película de Robert Wise. Pero así como están las cosas, que el virus devore pueblos y ciudades mientras los conspiradores intentan matar al periodista, la generación del antídoto va con complicaciones, y en el laboratorio de Wildfire se dispare accidentalmente el mecanismo de autodestrucción… suena a demasiado disparate al mismo tiempo.

Oh, sí, La Amenaza de Andrómeda 2008 termina por ser detestable. El problema central es que los creativos detrás de esta nueva versión creen de que la audiencia es idiota y se dedicaron a insertarle con calzador elementos de acción y thriller que no eran necesarios, con lo cual todo lo fascinante de la premisa queda sepultado bajo toneladas de clichés desgastados. Dijeron “esto es demasiado intelectual; incluyamos balas y explosiones”, y arruinaron la historia. Y cuando decidieron apartarse definitivamente del concepto original, metieron la pata aún peor. Eso no quita de que La Amenaza de Andrómeda pueda verse con unas cervezas encima; el tema es que son 4 horas de historia, con las dos primeras relativamente pasables y las dos últimas totalmente deleznables. Creo que alquilar la película de Robert Wise de 1971 le resultará mucho más satisfactorio, amén de ahorrarse dos horas perdidas del tiempo de su vida.

LA AMENAZA DE ANDROMEDA

Las versiones del libro The Andromeda Strain de Michael Crichton son: La Amenaza de Andrómeda (1971) dirigida por Robert Wise; y la miniserie La Amenaza de Andrómeda del 2008