Crítica: La Amenaza de Andrómeda (The Andromeda Strain) (1971)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1971: James Olson (Dr Mark Hall), Arthur Hill (Dr Jeremy Stone), Kate Reid (Dra Ruth Leavitt), David Wayne (Dr Charles Dutton), Paula Kelly (Karen Anson), Ramon Biere (Mayor Arthur Manchek)

Director: Robert Wise, Guión: Nelson Gidding, basado en la novela homónima de Michael Crichton, Musica – Gil Melle

Trama: Un satélite militar norteamericano cae en Piedmont, Nuevo México, pero el operativo de rescate descubre que todos los habitantes del pueblo han muerto. Un comité de investigadores, liderados por el Dr. Jeremy Stone, es enviado a obtener el satélite y muestras del terreno con tal de descubrir las causas. En pleno proceso encuentran a un bebé y a un anciano como los únicos sobrevivientes de la masacre. Los mismos, junto con el dispositivo, son enviados a un laboratorio subterráneo ultrasecreto en el desierto de Nevada, donde investigarán el suceso. La causa probable es que el satélite haya regresado a la Tierra contaminado con algún virus del espacio exterior. Pero en el laboratorio la investigación obtendrá estremecedoras noticias: que el virus – denominado Andrómeda – tiene estructura similar al de los cristales y que muta en proporciones grométricas en cuestión de segundos. Siendo letal para la mayoría de humanos, resulta cuestión de tiempo que la epidemia de Piedmont termine por expandirse – a causa de los vientos – al resto de Norteamérica y del mundo.

La Amenaza de Andromeda La Amenaza de Andromeda es el primer best seller de Michael Crichton. En general la temática que aborda Crichton no es nada nueva – desde los cincuenta que la sci fi ha venido postulado que la ciencia es una caja de Pandora y que los científicos no deberían abrirla, un signo de los tiempos iniciales de la era atómica -. Lo que aporta Crichton es, a lo sumo, la falsa creencia de que ya hemos abierto la caja y la hemos controlado… hasta que todo termina por irse al diablo. En este film, o en Jurassic Park, o en Westworld, los escenarios de Crichton ya están terminados y funcionando hasta que la naturaleza / el destino / el azar deciden hacerse paso y provocar el caos. Con lo cual todos los postulados científicos inalterables resultan en realidad falibles y Crichton termina por decirnos que estamos construyendo el mundo sobre verdades no demasiado probadas.

No soy un particular fan de Crichton. Reconozco su talento para olfatear buenas ideas pero entra dentro de la plana habitual de prejuicios que se les tiene a los best sellers: desarrollan novelas con la película de Hollywood en mente, sin pensar si realmente la historia no debería seguir otros carriles menos espectaculares y quizás más filosóficos. Es imposible, por ejemplo, comparar a Crichton con Asimov. En todo caso la sci fi de Crichton es comercial y bastante bien fundamentada.

La Amenaza de Andrómeda es posiblemente el intento más serio de Crichton para hacer sci fi respetable. El resto de sus historias sigue siendo entretenida, aunque más delirante. Si uno examina en profundidad a La Amenaza de Andrómeda, en realidad hay poco de ciencia ficción: todo el escenario es completamente plausible y realista. No hay sociedades alternativas, naves espaciales, monstruos siderales o sucesos increíbles. Uno percibe a lo largo del film que todo el montaje gubernamental descripto debe realmente existir – instalaciones ultrasecretas de investigación avanzada, preparadas para lidiar con amenazas bacteriológicas desconocidas -. El único elemento de sci fi es la presencia del virus, que es una forma de vida alienígena mutante y con estructura desconocida. Pero bien podría haber surgido esta mutación en la Tierra y el resultado sería similar.

Donde La Amenaza de Andromeda destaca es en su concepción como film de conspiraciones. Si bien no hay villanos aquí (salvo el virus), uno asiste a la cocina gubernamental de todo el encubrimiento del tema. Es una película paranoica en extremo. Aún antes de llegar a la investigación del virus – que se produce muy avanzado el tiempo de proyección -, todo el clima es de urgencia y medidas extremas. El laboratorio, si tiene una brecha de seguridad, activará automáticamente una bomba atómica. El pueblo será desinfectado con otro bombardeo nuclear. Los científicos pasan 16 horas para llegar desde la superficie al nivel más profundo de las instalaciones, después de decenas de procesos antisépticos, análisis y períodos de observación. El paso a cada etapa supone quemar los uniformes usados en el nivel anterior. Y cada nivel subterráneo se ve más claustrofóbico que el anterior.

El interés no decae demasiado con el comienzo de la investigación del virus, gracias a la experta dirección de Robert Wise. Wise camufla bastante bien los problemas del guión – la investigación de Andrómeda en realidad es bastante simple y dura unos pocos días; si uno considera cómo funciona en realidad las investigaciones científicas y médicas, bien podrían haber estado años buscando la naturaleza y el antídoto -. El otro problema – igualmente bien resuelto – es el seudo clímax que el libreto prepara para darle algo de acción a la historia, que es la teoría del hombre extraño y el disparador automático de la descarga nuclear. Que la instalación ultrahermética ahora tenga un corredor central ascendente por el cual el Dr. Hall llegue en escasos minutos a la terminal de desactivación suena incoherente con las extremas medidas de seguridad que venía pregonando el film.

LA AMENAZA DE ANDROMEDA

Las versiones del libro The Andromeda Strain de Michael Crichton son: La Amenaza de Andrómeda (1971) dirigida por Robert Wise; y la miniserie La Amenaza de Andrómeda del 2008