Crítica: Alien: Resurreccion (Alien 4) (1997)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1997: Sigourney Weaver (Ripley 8), Winona Ryder (Call), Ron Perlman (Johner), Dominique Pinon (Vreiss), J.E. Freeman (Dr Wren), Gary Dourdan (Christie), Michael Wincott (Elgyn), Dan Hedaya (General Perez), Brad Dourif (Dr Gediman)

Director: Jean-Pierre Jeunet, Guión: Joss Whedon

Trama: Han pasado más de 200 años desde la muerte de Ripley. Ahora, en el laboratorio de la nave espacial USS Auriga, han logrado clonar a la teniente con el único fin de obtener el alien que gestaba dentro de su pecho, ya que planean utilizar a las criaturas con fines militares. Pero el proceso de reconstrucción genética no es tan prolijo, y el clon de Ripley hereda características del ADN del alien y viceversa. Con la nueva mutación de las criaturas – que poseen parte de su inteligencia humana – saliéndose de control dentro del Auriga, Ripley deberá unir fuerzas con un puñado de supervivientes para poder escapar de la nave… pero la misma ha activado el regreso automático a su base, y parece imparable que la infestación llegue a la Tierra. Ahora Ripley y el grupo deberán intentar detonar el Auriga y escapar a salvo antes de ser devorados por las criaturas.

Alien: Resurreccion Alien: Resurreccion (o Alien 4) es la tercera secuela de la saga iniciada en 1979 por Ridley Scott. Una de las características más apasionantes de la saga es que ha terminado por transformarse en una especie de cine de autor, si bien la Fox y los productores (David Giler y Walter Hill) han mantenido un control editorial muy férreo sobre los guiones de la franquicia. Todos los filmes terminan convirtiéndose en una cacería entre humanos y aliens en corredores poco iluminados, pero las historias han tenido bastante margen creativo como para que el director de turno aportara lo suyo. Aquí la saga resucita después de cinco años, y después de un momento en que la Fox se encontraba indecisa sobre el futuro de la franquicia – entre hacer un nuevo capítulo o despacharse directamente con un crossover de monstruos que se encontraban bajo su paraguas (concretamente, la que terminaría siendo Alien vs Depredador – 2004 -, la cual no está nada mal en sus propios términos) -. Como Joss Whedon estaba trabajando para el estudio, éste decidió despacharse con un libreto más que original que terminó por entusiasmar a la Fox para producir una cuarta entrega. Le lloraron la carta a Sigourney Weaver para que regresara (luego de un generoso aporte monetario, claro está), le ofrecieron la dirección a una nutrida galería de directores independientes – desde Danny Boyle a Peter Jackson, pasando por Bryan Singer -, y terminaron trayendo a Jean-Pierre Jeunet (el mismo de Amelie y La Ciudad de los Niños Perdidos), el que se fue a Hollywood sin su socio habitual Marc Caro (y la aventura terminaría en el divorcio artístico de la dupla de directores).

Hay mucha gente disconforme con Alien: Resurrección, en especial los fans de los primeros filmes, porque la consideran como una hija bastarda de la saga. Ciertamente Whedon y Jeunet han jugado la historia como una aventura de acción con toques de comic, pero esa tendencia ya estaba en los genes de la Aliens de James Cameron y nadie protestó por ello. Además resultaba imprescindible que la serie evolucionara de alguna manera y no fuera el mismo canto Kabuki de siempre – escapando a la repetitividad que ha sufrido otras sagas como la de Terminator -. Para matizar las cosas Joss Whedon dispara un montón de ideas salvajes (que buena parte son aportes suyos, pero también hay conceptos que proceden de borradores descartados para los capítulos anteriores de la saga) que son apasionantes, si bien la mayoría quedan a mitad de camino. Ahora este clon de Ripley (parte humano, parte alien) se comporta de manera animal, y las intenciones del personaje son realmente oscuras (uno duda sinceramente de su fidelidad hacia los humanos); hay un laboratorio militar en el espacio que comete atrocidades inimaginables con tal de engendrar nuevas criaturas para intentar adiestrarlas con fines bélicos; la nueva generación de aliens es mucho más inteligente gracias a que posee ADN humano; hay un robot renegado que tiene la misión de destruir el proyecto y proteger a la raza humana a toda costa; y hay una nutrida galería de personajes amorales y coloridos que resulta fascinante.

El tema es que el libreto no termina por explorar demasiado todas las posibilidades de tantas premisas, ya que se ve obligado a destinar tiempo de proyección para implementar las rutinas de la franquicia (léase, “las criaturas nos persiguen en un corredor mal iluminado”). Al menos Jeunet hace tomas muy floridas – como la persecución bajo el agua en un sector inundado de la nave – y logra evitar el efecto deja vu para quienes venimos siguiendo la saga, pero uno agradecería que a esta altura cambiaran de escenario (y utilizaran uno que no se haya visto hasta ahora). El efecto final es que cada escena funciona muy bien por separado pero, cuando se ensambla en un todo, da la impresión de que faltaran unas partes y sobraran otras. Toda la subtrama del robot “humanista” de Winona Ryder debería haberse podado, o bien debería haberse convertido al personaje en un humano común y silvestre con alguna especie de misión ecológica de turno; pero el filme vomita una explicación muy poco creíble en dos minutos de proyección, y después abandona completamente la idea. También es cierto que la elección de Winona Ryder está totalmente fuera de lugar – no es que sea mala actriz, pero uno no se imagina qué hace alguien tan aniñado con un puñado de mercenarios feos, sucios y malos -. Otros puntos a reclamarle a Whedon son un mayor desarrollo de la dualidad moral de Ripley, mayor tiempo en pantalla del amoral científico que encarna Brad Dourif, y una mayor exploración sobre los aliens con inteligencia humana. Acá el guión sólo llama a las criaturas cuando debe matizar las cosas – poniendo a la reina alien y al engendro humanoide para la acción y los shocks -, pero precisaba darle tiempo para generar algo más morboso, como ocurre en la escena en que Ripley y la reina alien se “cortejan” en la colmena.

Alien: Resurrección es una brillante obra fallida. Es excitante, tiene decenas de ideas y detalles apasionantes, pero a su vez eso nos da el derecho para reclamarle más al director y al guionista. Ok, ya no es un filme de terror sino una aventura a pura acción, pero los personajes destilan carisma a raudales – Sigourney Weaver la pasa bomba matoneando al gigante de Ron Perlman – y la premisa aporta aire fresco a la saga. Con un par de ajustes en el libreto y otra actriz en el personaje de Call, Alien Resurrección podría haber quedado a la altura de las dos primeras entregas de la serie. Así como está supera por lejos a Alien 3, aunque tiene su propio bagage de defectos.

LA SAGA DE ALIEN

Otros filmes de la saga original de Alien son: Alien, el Octavo Pasajero (1979), Aliens (1986), Alien 3 (1992) y Alien: Resurrección (1997). Una trilogía de precuelas comenzaría con Prometheus (2012), Alien: Covenant (2017) y un tercer filme a rodar en el futuro.