Crítica: The Adventures of Superpup (1958)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1958: Billy Curtis (Super Pup / Bark Bent), Ruth Delfino (Pamela Poodle), Angelo Rossitto (Terry Bite), Frank Delfino (sargento Beagle), Harry Monty (profesor Sheepdip)

Director: Cal Howard, Guión: Whitney Ellsworth, basado libremente en el personaje de Superman, propiedad de la DC Comics

Trama: Bark Bent es un osado reportero que trabaja en el Daily Bugle, cubriendo las noticias más importantes y peligrosas. Pero, cuando la situación lo amerita, se transforma en Superpup, un héroe con super poderes dispuesto a derrotar a los más peligrosos villanos. Ahora Superpup se ha embarcado en la misión de detener al siniestro profesor Sheepdip, el cual planea atentar contra el edificio del Daily Bugle y raptar a su periodista estrella, Pamela Poodle; pero el profesor ha anticipado la movida y le ha preparado una trampa a nuestro superhéroe. ¿Será esta la hora final de Superpup, o podrá detener a los villanos antes de que concreten su nefasto plan?

The Adventures of Superpup En los cincuentas la serie Las Aventuras de Superman hacía capote. Parecía una veta de oro interminable, gracias al éxito que tenía la tira entre niños y adultos. Desde ya los productores de la serie afilaron sus colmillos y se estrujaron el cerebro viendo cómo ordeñar dos veces la misma vaca… hasta que se les ocurrió la idea mas estúpida del mundo: hacer una serie idéntica, pero protagonizada por perros parlantes y orientada al público infantil. Y cuando hablo de perros parlantes, ni siquiera hablo de un cartoon tipo Droopy o Huckleberry Finn, sino de enanos enfrascados en unos trajes horribles y con unas cabezas de cartón diez talles más grandes. Este espectáculo de feria intentaron vendérselo (sin éxito) a todas las cadenas de televisión norteamericanas habidas y por haber… y era obvio que nadie terminaría por comprarlo.

Este engendro quedó archivado durante décadas, y habría perecido en el olvido de no ser rescatado por alguna alma generosa que terminó por incorporarlo como material extra en los compilados de capítulos en DVD de Las Aventuras de Superman. Todo en el piloto es abominable: desde los horrendos disfraces hasta la trama inexistente. Como es obvio, todo esto es un calco de las rutinas típicas de Superman: en vez de Clark Kent tenemos a Barf (ladrido) Bent, hay un policía que se llama Beagle (y, obviamente, es un perro tipo Batata), está la histerica reportera estrella llamada Poodle, y el inepto villano de turno es un perro tipo Pastor de nacionalidad desconocida (¿alemán?; ¿belga?; ¿japonés?). Lo que sigue es pura desidia, como si fueran libretos provenientes del descarte de algún serial, en donde la historia es una bobada y sólo sirve para generar algún que otro cliffhanger que no tiene nada de excitante; el malo escapando de la carcel y siendo perseguido por el torpe policia a lo largo de medio desierto – imagino lo que habrán sudado los actores envueltos en esas incómodas mallas enterizas, rodando a 40 grados a pleno y sin siquiera un cactus que te de un poco de sombra -, o disparando un cohete ultra falso hacia las oficinas del Daily Bugle (cosa curiosa, el periódico se llama igual que el de la tira de El Hombre Araña) con la intrépida reportera atada al lomo del misil. En el medio está el incompetente Bark Bent transformándose en un Superman perruno, y hay un horrendo títere de mano que sale de un cajón y hace las veces de narrador intentando inyectarle algo de falsa adrenalina a un puñado de situaciones totalmente monótonas.

Cuando uno está de suerte no debe escupir hacia el cielo, y algo de eso le debe haber ocurrido al productor Whitney Ellsworth, el cual no sólo malgastó plata en este piloto horrendo sino que, al año siguiente, se quedaría sin el pan y sin la torta cuando George Reeves apareció suicidado en su casa de Benedict Canyon (se dice que andaba con la mujer de un mafioso y éste lo mandó matar). Después de bajarle las persianas a su serie estrella Ellsworth intentaría resucitar la franquicia una vez más con el piloto de Las Aventuras de Superboy en 1961, el cual era mucho más coherente y fiel al espíritu del comic… lástima que terminó resultando un proyecto demasiado caro y jamás terminó por concretarse. Quizás el destino quiso castigar a Ellsworth por la herejía cometida en el filme que nos ocupa… o quizás Ellsworth era un tipo sin visión que sólo tuvo un golpe de suerte y dió con el proyecto indicado en el momento correcto de la historia.