Crítica: Abbott y Costello van a Marte (1953)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1953: Lou Costello (Orville), Bud Abbott (Lester), Mari Blanchard (Reina Allura), Horace McMahon (Mugsy), Jack Kruschen (Harry), Robert Paige (Dr Wilson)

Director: Charles Lamont, Guión: D.D. Beauchamp, John Grant

Trama: Orville es un interno que trabaja en un orfanato. Un día su torpeza genera una serie de desmanes, razón por la cual Orville debe escapar de las autoridades, y por lo cual termina refugiándose en la base secreta del doctor Wilson – quien se encuentra a punto de mandar a Venus la nave espacial que ha construído -. Infiltrándose en el cohete, es descubierto por Lester – uno de los técnicos de la base – y, en la refriega, terminan activando el botón de encendido, lo que los pone en órbita. Con el viaje programado por la computadora de a bordo, ambos torpes terminan en Venus, planeta regido por una sociedad matriarcal y en donde los hombres están prohibidos; pero la reina de la sociedad venusina se ha encariñado con Orville y ha decidido nombrarlo rey, lo cual ha provocado el desencanto de Lester. Sin embargo las cosas se saldrán de control cuando descubran que en la nave han viajado un par de polizones, dos criminales fugados de la cárcel de Sing Sing y que quieren imponer su voluntad en la frágil sociedad venusina. En ese entonces Orville y Lester deberán sacar chapa de héroes y controlarlos antes que provoquen un daño irremediable.

Abbott y Costello Viajan a Marte Para mí, el Gordo y el Flaco siempre serán Stan Laurel y Oliver Hardy, tipos dotados de una gracia enorme y atemporal. Después hubieron parejas de cómicos dispuestas a imitar su suceso, siendo la mas notoria la de Bud Abbott y Lou Costello. En lo personal nunca les encontré gracia – a excepción del clásico monólogo “Quién estaba en primera base” -, y su comedia slapstick es mas chocante que divertida. De todos modos tuvieron su época de gloria entre las décadas del 40 al 50, rodando una serie de filmes bastante populares antes de deslizarse hacia la decadencia en la TV, la temprana muerte de Costello en 1959, y la participación cuasi anónima de Bud Abbott en unos cartoons basados sobre el par y rodados en la década del 60.

Abbott y Costello van a Marte es de los últimos filmes que rodó el dúo antes de separarse en 1957… y definitivamente no es una buena película. Da la impresión de que la historia de fondo – la idea de conocer a una raza de mujeres alienigenas en el planeta Venus – era demasiado pequeña, y los guionistas comenzaron a hacer piruetas de todo tipo para ver cómo meter relleno, derivando en un montón de bobadas que apenas le alcanza para lograr unos magros 77 minutos de duración. Costello es un interno mas de un orfanato, rompe un escaparate de una tienda, sale corriendo, se refugia en una camioneta, la camioneta va a una base secreta donde tienen una nave espacial a punto de despegar… como lo que ve Costello es altamente clasificado deciden no dejarlo ir, y lo contratan como empleado de la base (!!) (nada de encerrarlo o investigar si es un espia comunista), se pelea con un par de cientificos, hace varias burradas, se mete en la nave y la hace despegar, sale volando pero aterriza en el carnaval de Nueva Orleans, confunde a los muñecos de la fiesta por aliens, se le meten un par de criminales prófugos en la nave (Horace McMahon y Jack Kruschen, los cuales tienen infinita mas gracia que la dupla protagonista), reactivan la nave y, recién allí, nos ponemos en viaje hacia Venus – hacia otra sociedad hiperfeminista y plagada de amazonas, las cuales estaban de moda en la ciencia ficción de la época (en títulos como Las Mujeres Gato de la Luna o She-Devil From Mars) -. El por qué el título del filme indica que viajan a Marte cuando en realidad terminan en Venus, es un misterio del departamento de marketing del estudio (asumo que la gente identifica a Marte como un planeta, pero cree que Venus es un canal de películas condicionadas.. qué se yo).

Hay muchos cachetazos y manoseos. Demasiados, y son chocantes y sin gracia. Yo disfruto de la comedia física – los Tres Chiflados son mis idolos – pero lo de Abbott y Costello ya bordea lo agresivo. No hay nada de cómico en ver durante 10 minutos a un tipo dándole cachetazos a otro. Los personajes están mal escritos, sólo saben gritar y meter los dedos donde no corresponde. Las salidas no tienen chispa, los enredos con las venusinas son aburridos. Al menos los efectos especiales son buenos, y la secuencia con los muñecos gigantes del carnaval de Nueva Orleans bordea lo bizarro. Los que salvan el filme es la dupla de McMahon y Kruschen, los que parecen una versión antediluviana de Pinky y Cerebro: el matón con cara de bestia que conoce leyes de física cuántica, y el secuaz con aire en el cerebro que le dice sí a todo y se la pasa haciendo burradas. El problema es que McMahon y Kruschen no están todo el tiempo que debieran en pantalla y, mientras tanto, nos tenemos que comer las torpezas anodinas del dúo central. Oh, Dios, lo que es el divismo…

Es dificil recomendar un filme que no divierte, y eso es lo que pasa con Abbott y Costello van a Marte. A muchos le despertará recuerdos de la infancia, pero el tiempo ha tratado mal a la cinta y su humor no funciona (o lo hace en cuentagotas). Y, para aquellos que nunca gustamos de la dupla cómica, es simplemente una excusa para descubrir (y subrayar) las razones por las cuales nunca pudimos terminar de digerirlos.