Crítica: 100 Rifles (1969)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1969: Jim Brown (Lyedecker), Raquel Welch (Sarita), Burt Reynolds (Yaqui Joe Herrera), Fernando Lamas (general Verdugo), Dan O’Herlihy (Steven Grimes), Eric Braeden (teniente Franz Von Klemme)

Director: Tom Gries, Guión: Tom Gries & Clair Huffaker

Trama: Principios del siglo XX. Lyedecker es un moreno que actúa como alguacil de los Estados Unidos y se ha adentrado en territorio mexicano para atrapar a Yaqui Joe, un mestizo indio que ha robado 6.000 dólares de un banco de la frontera. Pero Joe ha utilizado el dinero para comprar 100 rifles en el mercado negro y, de ese modo, armar a sus pares Yaqui en la lucha contra las feroces milicias lideradas por el general Verdugo. Y aunque Lyedecker está obstinado con apresar a Joe y llevarlo ante la justicia, no pasará mucho tiempo antes de que padezca en carne propia las injusticias de Verdugo y haga causa común con el mestizo. Y utilizando su experiencia militar, terminará liderando la revuelta contra el sangriento ejército mexicano, el cual está decidido a arrasar la población india de la zona con tal de dejar el terreno limpio para el paso del nuevo ferrocarril.

100 Rifles No soy particular amigo de los westerns, pero 100 Rifles me parece uno de los peores que haya visto en mucho tiempo. Los diálogos son malos, la fluidez de la historia se ve forzada y, el aspecto mas terrible de todo, es que se trata de un filme tremendamente racista. Los negros odian a los indios, los indios se gritan con los latinos, los mexicanos destripan a todos y, cada dos parlamentos, hay uno que resulta despreciativo de la condición racial del interlocutor de turno. No soy un moralista bobo – de esos que cree que no hay que producir mas filmes de las Segunda Guerra Mundial para seguir estigmatizando a alemanes o japoneses – y creo que las crudas realidades históricas deben respetarse siquiera un minimo (y aunque esto se trate de cine de entretenimiento); pero el libreto destila xenofobia por los cuatro costados, como si hubiera sido escrito por un acérrimo sureño de los States, un tipo quedado en el tiempo que inventó una serie de personajes raciales para divertirse haciéndolos insutarse entre ellos.

El primer problema es asumir la existencia de un policía negro a principios del siglo XX. Después, el meter a Burt Reynolds en el papel de indio (!) y, como para condimentar las cosas, producir un forzadisimo romance entre la latina Raquel Welch y el moreno Jim Brown. Es otro claro ejemplo de cliché racial, ese en donde un supremacista blanco (que hace de libretista) cree que una relacion interracial sólo puede darse entre un moreno y una latina (nunca un blanco con una negra, o un latino con una blanca). Para colmo los besos son esquivados y, en el momento mas apasionado, Jim Brown la abraza a a Welch con los rostros de costado, algo mas propio de un padre con su hija que de dos ardientes amantes que pasaron la noche juntos. Por si todo esto fuera poco, está Fernando Lamas, el cual es un mexicano genocida que quiere hacer tierra arrasada en el condado para que el ferrocarril no le tenga que comprarle los terrenos a los indios. Lamas maltrata a todos por igual y, como para mostrar su villanía, está asesorado por un militar alemán, algo que tiene reminiscencias mentales con la limpieza racial cometida por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Ok, eso pasó como 50 años después de la época donde transcurre la acción del filme pero, para los libretistas, no hay militar alemán que no sea malo, sádico y genocida.

Si el aspecto racial es aborrecible – digo: todos los diálogos entre estos personajes podrian haberse escrito con menos tintas recargadas sobre el tema -, la historia tampoco acompaña. Jim Brown se mete por error a la historia de la cacería racial de Lamas, Reynolds hace bobadas como para enojar al general mexicano – absurdamente llamado Verdugo, como para que no queden dudas de que es el malo -, y la Welch es la que termina arreglando los desaguisados de estos dos palurdos. Uno sigue a otro, se pelean a las trompadas cada dos segundos, los capturan, se fugan, se vuelven a pelear… todo muy traido de los pelos y carente de interés. Al menos las escenas de acción compensan un poco el libreto mediocre, pero los personajes jamás dejan de ser caricaturas. Ni siquiera Lyedecker es interesante, y eso que tenía todas las chances de convertirse en una especie de versión mexicana de Lawrence de Arabiaun extranjero que adiestra a los locales, lidera la revolución hasta su triunfo y después regresa a su vida normal como si nada hubiera pasado -, pero el tipo es anodino e indiferente y carece del sentido de épica y drama que el libreto intenta ensayar.

Dificil recomendar 100 Rifles, a menos que no haya otra cosa para ver un sábado a la tarde. Parece una mediocre imitacion americana de un spaguetti western, con menos gracia y peores diálogos. Tenia todas las condiciones para ser siquiera un entretenimiento potable, lastima que la creatividad terminó siendo casi nula y sólo se limitó a repetir epitetos raciales cada cinco minutos de exhibición.